Capítulo Final (2-3). Alfa y Omega.

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Mundo vivo, catacumbas debajo de Pinus Nigra...

Reapareciendo el encapuchado, que miraba a todos lados del lugar donde apareció con mucha calma, bajó la cabeza en decepción cuando reconoció el lugar, sabiendo que estaba de nuevo en ese lugar donde había sido el evento de combate organizado por la tercera Anima; pero esta vez estaban en una zona distinta de aquellas catacumbas. Escuchando una sonata muy familiar tocada no muy lejos de su posición, la cual venía de un órgano gigante y siendo orquestada por un caballero de armadura, cuyo cuerpo era totalmente producto de la savia negra.

—¿De todos los lugares que podrías escoger para la batalla final, no pudiste elegir otro que no fuera mi antigua casa, verdad? —preguntando con una voz antipática al que tocaba la misteriosa melodía en el instrumento álmico gigante.

—Bueno, sabía que este lugar significaba mucho para ti, y que podía ser traumático, por lo que era fácil deducir que nunca se te ocurriría buscarme aquí. —Siguiendo con su composición mientras hablaba—. Porque ni durante la Ejecución de Almas de Rodrigo, sentiste mi presencia o la de tu hermano, ha ajajaja.

Verdad que hizo bajar la mirada al joven de la capucha, sintiendo cierta pena sobre sí mismo ante esa correcta afirmación. Pero la composición de la melodía que tocaba su padre no le dejaba pensar, estresándose cuando comenzó a tararearla en la mente.

—¡Esa canción se toca con violín, no con esa cosa! —exclamando cuando no pudo aguantar más su enojo por seguir oyéndole de esa forma.

Concediéndole su petición el caballero negro, extrayendo sus manos de las teclas del instrumento; mientras reía y mantenía los ojos cerrados en calma. Pero reabriéndolos en furia al dar un medio giro, mirando al muchacho con sus brazos separados y sacando unas cuchillas ocultas negras de sus muñecas, mientras desataba un vendaval de oscuridad.

—Y yo que pensaba que te sentirías orgulloso de que me aprendí la canción de tu madrecita. ¿Cómo era que se llamaba? —dijo con una mirada maligna y fría, cuyos ojos portaban una esclerosis blanca que resaltaba.

—"Réquiem del Alma", es la canción que mi mamá me compuso por ganarme mi existencia con empeño —contestando con cierta tristeza y la mirada baja, pero si levantar la vista sería hacía él y levantar el puño creó un fuerte vendaval sombrío; pues esa tonada significaba mucho para él—. ¡Algo que tú nunca entenderás, porque siempre me consideraste un fracaso; la peor versión fallida de Gamma!

Riendo perverso el villano que no esperaba más del mocoso; aunque el comentario sarcástico que dijo después no se lo esperó.

—¿Y de verás vas a Bailar con esas Antecuchillas como herramientas? Son las herramientas más difíciles de manejar; hasta a San Gabriel le cuestan y eso que él es un Arcángel. —Con sarcasmo opinó, pues aún no tenía en mente lo que ese tipo podría hacer después de tanto tiempo.

—Jajajaja —Carcajaeando por saber lo que tramaba Alfa con su opinión innecesaria—. Sé que estás intentando ganar tiempo para averiguar lo que puedo hacer; pero te seguiré el juego. Originalmente yo iba a hacer que bailarás con las versiones Deses negras y caballeras de mis piezas subordinadas que Ejecutaste hasta ahora; pero creo que ya sería molesto.

—Sin contar el hecho de que parecería un relleno para alargar más está historia —comentó en voz baja con sarcasmo y apatía el muchacho.

—¡Así que espero que no tengas vergüenza por bailar con tu padre está vez! —Con la mirada baja habló con voz tétrica.

Tomando posición de pelea el Ejecutor; aunque en su mente él quería ser el último en decir el comentario retórico.

—¡Yo debería decir eso, pues para ti siempre fui el fracasado y desgraciado de tus tres primeros experimentos! —comentó en contra, ya listo para la pelea final.

El Ejecutor de la Muerte (Libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora