One Shots ~• GTA Rolplay

Hips dont lie ~°🌿

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Amancio tenía novia, pero es que esas caderas no mentían.

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--¿Día agitado no? -- Habló Mahmoud saliendo de la patrulla junto a su compañero -- ¿Vienes a la Diskoiteca un rato?

--No...tengo que ir a ver a mi novia, ya sabes, está un poco enferma en casa -- Habló Amancio verificando su salida dentro de comisaría junto al castaño.

--Verdad...bueno, salúdala de mi parte y dile que se le echa de menos en comisaria --Sonrió palmeando el hombro del rubio, se despido una vez más y desapareció para liberar las tensiones de ese largo día.

Amancio suspiró encerrándose en los camerinos para cambiarse la ropa a una más discreta, su teléfono sonó y decidió que era hora de reunirse con él.

Sabía que lo que hacía estaba mal, muy mal, estaba jugando con la confianza de su pareja, con su corazón, pero no podía parar, no desde que probó aquellas inolvidables caderas en las celdas de comisaria.

Había sido un día cualquiera patrullando por la ciudad cuando en un atraco lo conoció, nunca le habían llamado la atención los hombres, mucho menos los mayores, pero cuando lo escuchó, cuando lo vio, cuando negoció con él y lo detuvo partiendo solos en la patrulla a comisaría algo cambió, Facundo era todo lo que en su relación no tenía.

Era aventura, era peligro, era confianza y cero vergüenzas, no tenía que medir palabras, pensar jugadas, solo hacía, solo se dejaba llevar por aquellas caderas que se movían cada día delante de él provocándolo, jugando con sus emociones para que como siempre las tomara y las hiciera suyas, donde fuera, su casa, algún badulaque, la comisaria, las celdas, la patrulla, cualquier lugar era bueno si estaba con Facundo.

Se sentía avergonzado cuando lo hacía en su cama, porque luego con su novia hacia lo mismo, porque con ella ya no estaba sintiendo lo mismo que con él, no estaba viendo las estrellas, no estaba recibiendo el mismo placer que daba, no estaba riendo o bromeando en medio de la acción con total confianza.

La amaba, la parte romántica y sentimental siempre la reservaría a ella, era la mujer de su vida y eso no quería cambiarlo nunca, pero la carnal, la carnal le pertenecía a ese viejo hombre de ciento ocho años, a ese que le invitaba tragos y bailaba al ritmo de la música dando sentido a esa frase de Shakira.

Las caderas de Facundo no mentían.

No cuando estaba caminando por un callejón y lo vio esperándolo como siempre.

No cuando lo tomó por la cintura y lo besó con todo el estrés de ese agotador día.

No cuando en el auto del mayor no dejaba de acariciar sus muslos y besar su cuello.

No cuando bajaron en el motel y corriendo fueron a la habitación.

No mientras gruñía el nombre de su amante mientras hacía chocar sus caderas.

No mientras repetían palabras dulces y sucias anunciando su término.

No cuando lo dejaba en su casa despidiéndose de él y de sus hijos que lo esperaban como siempre.

No cuando volvía a casa y se acostaba junto a su novia recordando y soñando con él.

Shakira tenía razón.

Las caderas de Facundo Olivares no mentían y estaba obsesionado con ellas.