Para Yerim, las segundas oportunidades no son más que una pérdida de tiempo; pero cuando Seungmin reaparece en su vida, después de años sin hablar, su coraza empieza a quebrarse.
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Solo se necesitan tres adjetivos para describir a Yerim: fría, rac...
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Aunque Seungmin no lo fuera a admitir en voz alta, porque eso significaría darle más importancia al tema de lo que pretendía, Yerim tenía razón, su intuición no fallaba.
Por mucho que tratase de disimular, de asegurar que si se comportaba raro se debía a porque estaba en las últimas semanas de promoción, no era verdad. Sí, normalmente solía estar más alicaído durante esos días, pero por una vez su frustración actual no se debía a eso, sino al hecho de que, por mucho que tratase de mantener su mente alejada de lo que sentía por la joven, no podía.
Llevaba varios días en los que le resultaba casi imposible concentrarse en lo que hacía, cometiendo errores tontos que hacía que se ganase miradas o comentarios de sus compañeros. Y a pesar de que en un primer momento había tratado de tomárselo con humor y seguirles el juego, había llegado un punto en el que no era capaz de seguir fingiendo que le hacía gracia.
Y lo peor no era eso, sino que, cuanto más trataba de sacarse a Yerim de la cabeza, más le recordaba todo a ella. ¿Por qué, de todas las canciones que tenía guardadas, solo le saltaban las que sabía que le gustaban? ¿Por qué, cada vídeo que le aparecía en las redes sociales, estaba relacionado con sus hobbies?
Era como si el universo se estuviese riendo de él, y lo odiaba.
—¿Estás bien? —preguntó Chan, haciendo que volviese a la realidad y dejase sus pensamientos a un lado. Justo cuando asintió, quitándole importancia con un movimiento de muñeca, añadió—: Te noto ausente.
—Solo estaba dándole vueltas a la cabeza —terminó admitiendo entre dientes, no porque quisiera exteriorizar sus preocupaciones, ya que era lo que menos le apetecía, sino porque sabía que no iba a servir de nada mentir. No con Chan, que se daba cuenta de todo.
A pesar de que no había alzado la voz, vio de reojo cómo Minho se acercaba a ellos, ajustándose bien el guante que decoraba su mano izquierda para que no se le cayese en medio del escenario. A pesar de que era muy perfeccionista con ese tipo de cosas, revisándolas para que estuviesen bajo control, habían sido muchas las ocasiones en las que había tenido un fallo con el vestuario.
—Déjame adivinar —pidió, esbozando una sonrisa ladeada que hizo que Seungmin resoplase. No sabía lo que saldría de su boca a continuación, pero sí que no le iba a gustar—, ¿pensando de nuevo en blandita 2.0? Bueno, no sé ni para qué pregunto, si es más que obvio.
—Minho, no es el momento —le detuvo el líder antes de que fuera más allá—. Salimos en seis minutos, ¿de verdad estás bien?
Asintió, esta vez con más efusividad, no solo para convencer a Chan sino también a sí mismo. Estaba frustrado, sí, pero eso no impedía que pudiese salir al escenario y hacer un buen trabajo, presentar la canción como tanto habían ensayado en el último mes.
En el fondo esa era una de las cosas que más le gustaban de las promociones, el hecho de que, durante los tres minutos de canción, solo se centraba en una cosa: no decepcionar a los fans.
