—Yerim —pronunció Yohan, entcerrando los ojos cuando abrió la puerta de su apartamento y se la encontró allí, sin disimular en absoluto lo mucho que le sorprendía verla, con el ceño fruncido mientras le analizaba de arriba abajo—. ¿Qué haces aquí?
—Venir a hacerle una visita a mi mejor amigo —contestó con voz fría. Se notaba que el chico se acababa de despertar, porque no tenía el cabello pulcro y bien peinado como siempre, sino hecho un desastre, e iba aún en pijama—, que no solo me ignora, sino que también lleva días faltando a clase.
A pesar de que Yohan no era el mejor estudiante, eran pocas las ocasiones en las que faltaba a la universidad, porque según él sus padres vigilaban siempre sus movimientos, asegurándose de que acudía para formarse en la carrera que habían elegido para él. Las únicas veces que solían permitirle ausentarse era cuando había un motivo justificado, como cuando tenía alguna sesión de fotos programada en horario escolar.
No obstante, en el momento en el que Yerim alzó la vista y se fijó en su rostro, entendió de inmediato la razón por la que no se había presentado: no había ningún centímetro de su cara que no estuviese magullado. No solo tenía casi toda la piel repleta de moratones, arañazos y heridas, sino que también se le había hinchado tanto la nariz que su ojo estaba cerrado casi por completo.
Y eso terminó por enfadarla aún más. ¿Aquello era lo que había estado ocultando esos días? ¿Lo que había calificado una y otra vez como una tontería sin importancia? Porque cada vez que Ayaka o ella le habían preguntado sobre el tema, tratando de sacarle información de alguna u otra forma, eso era lo que decía, que se trataba de uno de sus típicos dramas y que exageraban demasiado.
—Eso era exactamente lo que estaba tratando de evitar —señaló Yohan mientras se hacía a un lado para dejar que entrase, cerrando la puerta a sus espaldas—. No es para...
—¿Que no es para tanto? —le interrumpió de inmediato, observándole con fijeza a la vez que enarcaba una ceja con hastío—. ¿Es que no te has mirado en el espejo? Bueno —se adelantó justo cuando separó los labios—, dudo mucho que veas algo.
—Yerim... —suspiró, pasándose la mano por el pelo, despeinándolo más de lo que ya estaba—. Por eso mismo no te lo dije, porque sabía que te ibas a enfadar conmigo.
—¿Enfadar? —bufó, incapaz de controlar la risa sarcástica que se le escapó de la garganta—. Parece que no me conoces, Yohan. No estoy enfadada —afirmó con ímpetu—, sino decepcionada. Llevo días preguntándote qué demonios te pasa, y lo único que has hecho ha sido fingir que estabas ocupado y que no podías hablar.
¿De verdad después de tanto tiempo siendo amigos no confiaba en ella lo suficiente como para contárselo? Sí, sabía más que de sobra que a veces no era el apoyo emocional que el joven quería, no cuando era mucho más racional y solía reprenderle por sus acciones despreocupadas, pero aun así... Le dolía.
—Porque no quería que pasase esto, que le dieseis demasiada importancia o...
—Que no hayas sido directo desde un primer momento es exactamente lo que ha hecho que esto se vuelva mucho más grande —rebatió Yerim, tratando de contener la rabia y la impotencia que sentía, sin mucho éxito—. ¿Me vas a decir de una vez lo que ha pasado o vas a seguir haciéndome perder el tiempo?
ESTÁS LEYENDO
God's Menu - Kim Seungmin
FanfictionPara Yerim, las segundas oportunidades no son más que una pérdida de tiempo; pero cuando Seungmin reaparece en su vida, después de años sin hablar, su coraza empieza a quebrarse. *** Solo se necesitan tres adjetivos para describir a Yerim: fría, rac...