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Yerim no sabía cuántas veces se había mirado al espejo en lo que llevaba de tarde, pero seguían sin parecerles suficiente. Quería que todo estuviese en su sitio, que ningún mechón se le escapase de la coleta alta que se había hecho y que no se le marcase ni una sola arruga en la tela del vestido.
—Pues no es tan soso como pensaba —admitió Yohan, asintiendo para sí mismo. Nada más había enviado una foto del conjunto entero, como prometió, no dudó en llamarla, exigiendo que activase la cámara para poder verlo mejor—. Te queda muy bien, Barbie. Estás preciosa.
No se sonrojó ni se sintió cohibida, porque era consciente de que no mentía. Sí, seguía preocupada porque era mucho más revelador que lo que solía llevar en su día a día, en especial en la zona del escote, que no dejaba de monitorizar a cada segundo por miedo a que se le viese más de lo debido, pero le encantaba cómo se asentaba a la perfección en sus curvas y realzaba su figura, haciéndola ver más esbelta de lo normal.
Sin ningún lugar a dudas, Ayaka había hecho la elección perfecta, y no podía estar más agradecida.
—Lo sé —soltó con una sonrisita, tomando las llaves del coche de sus padres, las cuales habían dejado encima de la mesa junto a una notita que ni siquiera se había molestado en leer. Sabía, sin necesidad de echarle un vistazo, que sería una disculpa robótica por no poder ir a ver su actuación.
Aunque trataba de no darle mucha importancia, porque había pasado tantas veces que ya estaba más que acostumbrada, en lo más profundo de su corazón le dolía que la dejasen tirada una vez más. Hacía tanto tiempo desde que les había pedido algo y lo habían cumplido que ni siquiera se acordaba.
—¿Por qué estás tan nerviosa? —le preguntó el joven—. No lo niegues, porque se nota mucho, sobre todo por la manera en la que no dejas de mirar de un lado a otro y pasarte la lengua por los labios.
No estaba nerviosa, no cuando se había esforzado para que cualquier detalle, por mínimo que fuese, estuviese bajo control, pero aun así había un nudo en su estómago que era incapaz de ignorar, por muy ocupada que tratase de mantener la mente.
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God's Menu - Kim Seungmin
Hayran KurguPara Yerim, las segundas oportunidades no son más que una pérdida de tiempo; pero cuando Seungmin reaparece en su vida, después de años sin hablar, su coraza empieza a quebrarse. *** Solo se necesitan tres adjetivos para describir a Yerim: fría, rac...