Capítulo 30 - Iré por ti

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 Esa noche fue un alboroto total, los soldados se insultaban entre ellos, culpaban a los discípulos o a cualquier cultivador que estuviera pasando por ahí, por consiguiente, ellos también los señalaban como sospechosos o les echaban la culpa

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Esa noche fue un alboroto total, los soldados se insultaban entre ellos, culpaban a los discípulos o a cualquier cultivador que estuviera pasando por ahí, por consiguiente, ellos también los señalaban como sospechosos o les echaban la culpa.

Todos comenzaban a mostrar sus verdaderas caras, sobre todo por parte de los extranjeros, al no tener tantas habilidades como los discípulos de las academias de Tian, se sentían reducidos y humillados, solo podían insultar o decir tonterías como: "los cultivadores de este reino nos quieren lejos, ¿para qué ayudar?", "¡¡Ellos pueden solitos con todo!! ¡Nadie quiere luchar en una batalla cuya fecha es incierta!", "¿Se creen superiores por usar la magia? Bien, veamos qué tan lejos llegan sin nosotros", "la gente de Tian siempre fue arrogante y asquerosa con los demás reinos, no me sorprende que sean así con nosotros, deberíamos irnos y buscar un lugar seguro, sus problemas, son suyos".

Yi Hen sujetaba sus sienes por el dolor de cabeza, no podía calmar la situación aunque interviniera; ya todos podrían escupir fuego si se lo propusieran y no quería entrometerse mucho tampoco, por lo que decidió dejar que calmaran sus frustraciones, siempre y cuando no hubiera peleas peligrosas, entonces estaba bien.

Finalmente, ya cerca de la madrugada, las cosas fueron calmándose, el sueño y el cansancio fueron los únicos ganadores de esa batalla entre soldados y discípulos.

A pesar de que el ambiente era tranquilo y el silencio predominaba, Yi Hen todavía no podía conciliar el sueño, por lo que decidió salir un momento a patrullar los dormitorios; allí dio varias vueltas, como si pensara que en la próxima que viera, algo podría aparecer, ¿cómo podría dormir con esta sensación tan inusual? A pesar de su preocupación y mal presentimiento, no había nada extraño, ni siquiera una pequeña chispa de energía negativa o con intenciones peligrosas. Decidió cambiar de lugar, aunque era esa la zona que más le preocupaba por estar contigua al bosque, había otras más que ni siquiera se había aproximado.

En el camino se encontró con los soldados que patrullaban la academia, los observó de lejos como si quisiera espiarlos, pero ellos también lo vieron.

Cuando sus miradas se cruzaron, Yi Hen se acercó, no tenía caso sospechar tan rápido o siquiera demostrar desconfianza, era mejor hacer como si nada pasara y hablar con naturalidad.

—Buenas noches, ¿algo inusual por aquí?

—Nada—respondió un soldado—. Luego de todo el griterío de anoche, todo ha estado calmo.

—¿Han entrado al bosque?

—No, director Jiang Xin, solo hemos patrullado en la zona de la academia.

—Bien, gracias, pueden seguir entonces.

—Sí, señor.

El hombre de cabello plateado esperó a que los patrulleros se retiraran primero para darse la vuelta, luego, regresó a su habitación de director. Se sentó en su silla, inmerso en sus pensamientos, apoyó su espalda en el respaldo, frotó sus sienes para aliviar el dolor y en ese justo momento de allí se abrió un portal.

Espadas del Fuego《Huǒ Zhī Jiàn》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora