Tomó dos días que encontraran algo que me contuviera. Entre comunicaciones con otras resistencias, basura metálica recuperada, algunas anti-navitas también conseguidas y al pobre Troy probando y creando inventos conmigo, lograron crear un tipo de artefacto que me permitiría no tener más los episodios. El problema era que no sabrían si tendría consecuencias, si me haría doler al mayor tiempo que lo use, si podría causarme un desbalance más allá del que estaba teniendo, y así.
Había pasado de ser un peligro a un conejillo de pruebas. Me dolió más en mi dignidad que otra cosa.
No podía ni dormir en paz. El Doc y Troy me habían intentado convencer de que fuera a descansar, de que tratara de relajar la mente, y hasta me armaron un pequeño lugar en la casa del Doc en su sillón. Sólo terminaba arrastrando las mantas de lado a lado al girarme y era cuestión de tiempo antes de que me sentara en la mesada con una taza de té en plena noche. Con suerte había logrado dormir, en esos dos días, seis horas. Me veía igual o peor de lo que me sentía.
Nadie se había acercado a mí en todo ese tiempo por más que lo intentaran. Escuché la voz de mucha gente, entre ellos los gemelos que también habían llevado a mi hermana. Luna, Jacob, hasta Marla y después Zafira. Apreciaba con todo mi corazón su preocupación y atención, incluso me llegaron saludos de Drea. Ya no sabía si estaban preocupados por mí o si tenían miedo de pensar que podría volverme la real pesadilla de la ciudad. Probablemente ambas, si yo me tenía miedo después de lo último que había sucedido, ¿por qué ellos no? Por más que se habían tomado el tiempo de ir a verme, yo no me dejé visitar. Seguía sin restricción, seguía siendo peligrosa. Para cualquiera.
Troy había decidido centrarse en lo más funcional de mi anomalía, en dónde tenía el control absoluto de ella; en mis manos. Rodeó mis dedos con muchos metales, los puso en tantas distintas direcciones, siempre preguntándome si algo me dolía o molestaba. Nunca nada me hizo doler, y fuese el caso de que así fuera, no hubiese dicho nada. Podría soportar cualquier tipo de molestia o dolor con tal de poder vivir sin la aterradora idea de poder herir a alguien más de vuelta. Entre él y el Doc empezaron a buscar la forma de mantener congelada mi anomalía en mí, de alguna forma que no estallara.
Llegaron a la conclusión de un tipo de guante, extraños al tacto y que dejaban un tercio de mis dedos al descubierto. Parecían ser unos guantes ciclistas negros reciclados, se ajustaban en mi muñeca y tenían ese espacio en el dorso, la única diferencia era la estructura interna que le habían armado. Eran como anillos en el interior de la parte de los dedos, dos en cada uno, y en el paso que en una mañana los probaban en mí, trataron de explicarme el funcionamiento:
—Tu energía fluye por todo de ti, y tu control se encuentra en lo que la direccionas, ósea, tus manos —Troy acomodó dedo por dedo en los guantes y los miró con atención—, con lo cual estamos tratando de que los anillos, que creamos con el material de las anti-navitas, al imantarlos contrariamente, puedan contener tu energía por dentro de ti y que, en el caso que intente salir de ti, le sea imposible. Un juego como de positivos y negativos.
El Doc estaba con mi otra mano haciendo lo mismo.
—De esta manera, mientras los tengas puestos, vas a estar más contenida de lo normal —dijo, palmeando mi mano una vez que termino de ajustar la tira en mi muñeca—. No recomendaría usarlos siempre, pequeña, no sabemos la consecuencia...
—Pero si no los uso Doc-
—Lo sé, lo sé, quedas expuesta —brevemente señaló su cabeza y la meneó—. Sólo...trata de ser prudente contigo misma, ¿okay? No te castigues tampoco, no fue tu culpa.
Sólo miré abajo y no respondí. Ya no sabía si lo había sido o no.
Troy también palmeó mi otra mano al terminar—: A ver, intenta usar tu anomalía, cada faceta.
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NOVA STAR ©
Ciencia Ficción𝗟𝗶𝗯𝗿𝗼 𝗜𝗜 𝗱𝗲 𝗹𝗮 𝘀𝗮𝗴𝗮 𝗔𝗻𝗼𝗺𝗮𝗹𝗼𝘀 Taylin debía cuidar sólo de su hermana, el problema es que más gente terminará dependiendo de ella. ₦₴ El tiempo continua pasando y Taylin Reed se encuentra en una incertidumbre. Haciéndose cargo d...