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Uno más para terminar esta "maratón" semanal

TanFicticia



No tardé mucho en reaccionar. Entre que reconocía mi energía surgiendo de mí, la costura de Drea —fácil de reconocer por el hilo rojo que había usado en lugar de negro como la tela del guante— debilitándose al no estar tirante como antes y las cosquillas creciendo una vez que volví a frotar mi muñeca contra el filo de las esposas; comprendí que era mi ruta de escape.

Tuve que morderme los labios para no emitir ningún sonido al empezar a frotar con más fuerza, las heridas frescas en mis muñecas empeorando y me tuve que centrar en la idea de libertad antes que mi dolor para no detenerme y llorar por la horrible sensación. Mis sonidos se escondieron por debajo del barullo de Troy, que al escucharlo me repetía con más fuerza que tenía que apurarme, que no tenía tiempo. Los militares estaban a cinco kilómetros.

            —Vamos, Tay, tú puedes, tú puedes —me di ánimo a mí misma, ignorando el hilo de mi sangre que estaba bajando por uno de mis brazos. Tendría que atender esas heridas apenas pudiera—. Siempre pudiste, vamos...

Fueron los dos minutos más largos de mi vida, en lo que veía cada veinte segundos cómo mi guante se iba aflojando, las cosquillas volando por mis venas junto a la adrenalina, y cuando la última costura se cortó, mi anomalía volvió con tanta potencia por mis emociones que me hizo balancear en mis pobres pies. Tuve que girar mis muñecas para que mis manos llegaran a tomar la soga a través de las esposas, y una vez que mis dedos se aferraron a cada una de ellas, expulsé mi energía para quemarlas y que me liberaran. Con olor a quemado surgiendo de la celda, en un boom me solté y caí en mi poco balance.

Me reí orgullosa al haberlo logrado, por más que me había caído de rodillas y maldije todos los parientes que Marla pudiera tener. Tropecé en mis propios pies al acercarme a los barrotes de la celda. Al querer agarrarlos, me detuvo la unión de las esposas y, por primera vez incluso con Marla habiendo mencionado que las tenía, las miré confundida. ¿Cómo era que no estaban funcionando en mí? ¿Habrían sido mal activadas? Parecían bien puestas, penosamente, el sacarlas fue demasiado fácil. Mi energía quebró el material en el medio y quedaron más como pulseras en mis muñecas separadas.

Mis dedos abrazaron dos barrotes que formaban parte de mi celda, el material rígido y frío en mis dedos.

            —Jacob, en el único momento que esperaba que algo te saliera mal... —murmuré, la estructura bien hecha y que probablemente me daría más trabajo del pensado. Tendría que deformar el material. Siseé por mis muñecas, débiles a comparación de todo lo demás, y repitiendo mi mantra de ánimo, dejé que mi energía fluyera por ambos brazos hasta que empezara a afectar los barrotes en mis manos. Segundos después, el material empezó a ceder ante mi fuerza—. Vamos, vamos, que no se caiga el edificio, sólo dóblate un poco más...

No tenía el tiempo, ni paciencia, para dedicarle más segundos. Apenas supe que mis nalgas pasarían por la apertura que había hecho, las atravesé, suspirando del alivio al darme cuenta de que había salido, y cuando estaba por correr hacia la salida, los barullos de Troy me detuvieron. Casi lo olvidaba.

Al acercarme a su celda, usé mi anomalía para iluminarla. Me arrepentí apenas lo vi en posición fetal en el piso, temblando, su boca moviéndose al soltar barullos y sus ojos en blanco, perdidos. Se me partió el alma. Entré a su celda de la misma forma que salí de la mía y me dejé caer en mis rodillas al acercarme a él.

NOVA STAR ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora