Vi el sol caer en lo que el Doc se había encerrado en su laboratorio. En lo que él prácticamente desmantelaba el aparato, a los demás que tenía —las esposas, las anti-navitas, e incluso, un prototipo cercano a lo que Noah tenía incrustado en su hombro—, yo me quedé lejos, respirando hondo y tratando de concentrarme. O bueno, en realidad, de darme ánimo, porque estaba lo suficientemente emocionada y aterrada cómo para hiperventilar aún más con el paso del tiempo.
En lo que lo escuchaba dar vueltas por su laboratorio, no pude soportar su silencio y mis preguntas lo distraían, a lo cual me terminé rindiendo. Primero comí algo de su cocina, una rodaja de un pan que podría haber agujereado la pared si lo usaba de martillo, y cuando volví a dónde estaba él para ver si había un avance, me encontré que seguía anotando y anotando sobre una pieza que lo había atraído hacía horas. Después traté de relajarme en su sala, tarareando un ritmo que relajara mi cabeza, que aumentara mi paciencia, hasta que me chisteó desde su laboratorio y decidí irme afuera. No fue la mejor decisión hasta que mi hermana apareció.
Sentada en unos troncos del patio del bosque, Morgan tomó mi mano para darle un apretón. Tom, habiéndose escapado unos segundos de su guardia, le había dicho dónde estaba en la salida de la escuela y ella vino corriendo apenas se enteró de la razón. Lucía emocionada.
—No sé por qué estás tan nerviosa —me dijo, una risa suave surgiendo de ella—. Siempre te las arreglas para que todo salga bien.
—Lo que no significa que siempre sea así... —suspiré, respirando lo más hondo posible.
Ella se encogió de hombros.
—Pero encuentras la forma, ¿no? —insistió, bajando la mirada a sus deberes que estaba haciendo a mi lado, y me sonrió—. O al menos eso parece. Haya o no consecuencias.
La miré en lo que escribía en su cuaderno, rodeado de bocetos de cosas que dibujaba que la acompañaban en su alrededor. Entre estrellas, flores, ojos, manos y lo que fuera que viera, había adornado toda su hoja. Me quedé estancada en cada detalle de los pétalos que había trazado, la sombra que les había hecho, y cómo parecían ser bastante reales. Cómo si salieran de la página.
Atrapó mi vista sobre sus bocetos y los levantó a la altura de ambas.
—Estuve practicando aún más, con la naturaleza y cosas que no son fáciles de trazar —explicó, señalando cada dibujito. Su voz me distraía, me relajaba los hombros tensos y la duda que pesaba en ellos. Mi hermana sonreía en lo que trazaba otra flor ahí mismo—. La curva de los pétalos, la conexión con el tallo, las hojas que acompañan al tallo por debajo de la flor...
Señaló cada parte, dibujando cada cosa que detallaba, y mi mente agarró cada palabra que usaba. Flor, conexión, tallo, hojas. Más allá que cualquier ámbito floral o de naturaleza me recordaba a Claire, tras la teoría que se había ido armando con el Doc, todo lo trataba de conectar en busca de una respuesta. De algo, de una calma, de una seguridad. Sí, quería que ella despertara, quería rescatarla de su situación, pero; ¿a qué costo? ¿Dañándola en ignorancia? ¿Quebrando ese "tallo" que era la conexión entre los pétalos y las hojas que conformaban su vida?
Me mordí el interior de la mejilla como por quinta vez en los últimos veinte minutos. No podía pensar así.
Morgan chasqueó sus dedos frente mis ojos. Parpadeé perdida.
—¿Dónde te perdí?
Me froté el rostro, riéndome nerviosa. Pispeé de costado su hoja, encontrándome como con cinco flores distintas recién hechas. ¿Cómo era que dibujaba tan rápido? Morgan bufó, dejando el cuaderno de lado y girándose del todo hacia mí hasta agarrarme las manos.
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NOVA STAR ©
Science Fiction𝗟𝗶𝗯𝗿𝗼 𝗜𝗜 𝗱𝗲 𝗹𝗮 𝘀𝗮𝗴𝗮 𝗔𝗻𝗼𝗺𝗮𝗹𝗼𝘀 Taylin debía cuidar sólo de su hermana, el problema es que más gente terminará dependiendo de ella. ₦₴ El tiempo continua pasando y Taylin Reed se encuentra en una incertidumbre. Haciéndose cargo d...