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Suspiré contra la bolsa de boxeo, mi rostro transpirado apoyado en él en lo que trataba de recuperar la respiración. Mis brazos ardían, distrayéndome de mis pensamientos por un segundo, sin poder escapar de la idea que rebotaba con fuerza en las paredes de mi mente. No podía dejar de dar vuelta sobre el asunto, mirándolo desde distintas perspectivas y tratando de invisibilizar la necesidad que me nacía del pecho por tener fe de que sirviera.

Anna empujó la bolsa desde el otro lado, lo que impulsó mi cabeza hacia atrás.

—¿Acaso dije que pares? —preguntó—. Tienes que seguir.

La miré al tronar mi cuello.

—Te recuerdo que no soy tu alumna —levanté mis brazos, haciendo círculos hacia atrás para relajar los hombros—. Puedo parar si quiero.

Ella levantó sus cejas con un tono amenazante.

—Detente si quieres —dijo—. Yo me encargo de volver a ponerte a trabajar.

No quería volver a terminar con todo el cuerpo adolorido del esfuerzo, así que decidí obedecer, peleando por no bajarle la sonrisa con un "desliz" fuera de la bolsa.

Algunas madrugadas seguían así. En lo que el grupo seguía debatiendo si yo debía encargarme de las misiones o no, y con Anna entrenando una de las nivelaciones, yo seguía libre de mi tiempo tras haber despertado hasta el último caído. Tuve que obligarme a esconder cada imagen que había visto, incluso cuando mi mente ya no recordaba tan explícitamente cada uno, pero eso no significaba que las sensaciones se fueran tan rápidos. Sus rostros me lo recordarían incluso cuando no supiera qué había sido en cada uno. Los entrenamientos con Anna me distraían de eso, y tras lo hecho con Marla, la nueva idea de poder comunicarme con Noah se había vuelto más protagonista.

Haberlo visto había sido mejor y peor al mismo tiempo. Saber que estaba vivo, corriendo, defendiéndose y sobreviviendo, me recordaba que él siempre había sido capaz de eso, de saber lo que hacía y de cuidarse a sí mismo. Más me pesaban las placas en mi cuello, porque si había logrado sobrevivir a esa pocilga, podía superar cualquier obstáculo que quisiera con el fuego que emanaba. Y por el otro lado, había sido la razón por la cual no podía dejar de pensar en cómo llegaría a él, cuánto quería llegar a él para hablar, para verlo o lo que fuera que sucedería. Real o no, era un mínimo gramo de contacto que calmaría las palpitaciones que me despertaban con cada sueño que tenía con él. Más si no sabía del todo si seguía teniendo el artefacto en el hombro o no.

Si no lo tuviera, estaba segura de que ya habría vuelto.

Por más emoción y necesidad que tuviera, no se lo mencioné a nadie. Todo volvía a sentirse normal, o bueno, lo más cercano a ello. Los sanadores estaban descansando, habiendo sido liberados de los caídos, y centrándose en ellos mismos por más tiempo de lo que habían pasado en los últimos meses. El único que quedaba ahí era Troy, que en lo que seguía siendo tratado por Olivia, el Doc había sido distraído al ser quien ayudaba a los anómalos recién despiertos adaptarse a sus anomalías. Algunos nunca siquiera la habían llegado a usar bien, otros eran tan jóvenes como para no reconocer la responsabilidad de lo que cargaban y tenían que aprender. Cada aspecto estaba volviendo a un ritmo tranquilo que tuve miedo de interrumpir, de mencionar otra teoría más cuando estaban ocupados. Incluso Tom y Claire, con ella nuevamente entrenando y él siendo uno de los instructores de la otra nivelación. Mi hermana seguía con sus tareas de la escuela.

Por la ocupación de todos, traté de intentarlo por mi cuenta, sólo para ir probando las aguas de las olas en las que me envolvería. Sentada en mi cuarto, sola, cruzando mis piernas y aferrándome con fuerza a las placas que colgaban de mi cuello. Con la imagen de Noah en mente, con todos sus recuerdos, lo que me hacía sentir, lo que extrañaba de él. Traté de idealizarlo, con mis sueños, con lo que había visto en los proyectores. Penosamente, no llegué a nada más que un estrujamiento en mi corazón y un nudo en la garganta. Fue más fácil dormirme y soñar con él, ver que estaba haciendo. Entendí que no podía hacerlo sola.

NOVA STAR ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora