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TW: Menciones de autolesión mortal (suicidio)

Más allá de que es un libro donde hay peleas físicas, violentas y menciones de detalles no muy agradables, cuando se trata de una situación más real (no ficticia) a cada lector, quiero ser responsable y dar el aviso. No es un suceso que vaya a pasar, es una mención en un recuerdo de uno de los personajes. Sin importar su duración, quería dejar el aviso y no limpiarme las manos detrás de una excusa como "es ficción". Quiero ser responsable con lo que escribo.

Sin más, dejo el capítulo para ustedes. Ante cualquier desagrado por una mala redacción o consideración en dicha escena, avísenme. Estoy dispuesta a hacer cualquier cambio. 


[...]


Fui tan rápido que no presté atención a nada del trayecto. Ni a las calles que crucé, unos pocos escombros que moví fuera del camino, ni cuando llegué a la entrada del hotel. Apuré aún más el paso por el largo pasillo hasta llegar a la puerta, y sólo cuando bajaba las escaleras, empecé a tener más cuidado para no terminar rodándolas.

En el eco de la escalera, escuchaba gruñidos y gritos. Unos eran desesperados, de agonía, algún tipo de dolor causado en la persona. Otros eran insultos, altos y claros, humanos hacia anómalos tratando de degradarlos cuando se encontraban detrás de unas cuantas barras. Por alguna razón, supe dónde encontrar a Jack Parker. Probablemente porque podía percibir su veneno, ese que corría por sus venas en lugar de sangre, a tal exageración la metáfora que podía sentirla en los poros de mi piel. Estaba en la misma celda que había estado Marla, que era la misma que había estado yo meses atrás.

Había algunos guardias ya cumpliendo con su deber, viejos rostros reapareciendo y sonriéndome al pasar. Hice lo mismo, esquivando cruzar palabras. El único que iba a oírme iba ser el nefasto que había liderado y causado el ataque.

—¿Por qué tienes que hablar con él? —quiso saber Tom, su voz tensa detrás de mí—. No hay nada qué hablar. Nada que decir. Luego decidiremos como será su... ejecución.

Era un espanto pensar que hablaba de su papá, su sangre, pero Jack hablaba de él de peores formas, seguramente. No tenían nada más en común que sus genes y apellido.

—Porque voy a ejecutarlo yo si no me contesta lo que necesito saber.

Anna estaba en la puerta del segundo subsuelo. No pareció sorprendida de verme ahí, mucho menos al gemelo que peleaba por seguir mi paso en su enojo. Tampoco había pensado que estaba vivo, ni siquiera había pensado en él en lo que había cuidado de mi hermana. Ahora, parecía querer evitar la mínima mención de su padre aún con vida.

La puerta la abrió Anna, sin esperar a que nosotros se lo pidamos, y ladeó su cabeza para que entráramos.

—Háganlo rápido. Sus constantes siseos me están volviendo loca.

¿Siseos? No quise preguntar, entendí a qué se refería una vez que cruzamos las puertas. La misma luz individual seguía encendida, la única que me señalaba esa sola presencia en ese piso. Antes de que pudiera preguntarle a Anna por qué era así, ella ya había cerrado la puerta y nos dejó solos en el piso. Yo me acerqué con seguridad a la celda, sólo viendo el contorno de una bota marrón en una esquina. Se estaba escondiendo.

Murmuraba tan entre dientes que su lengua siseaba las palabras, más que nada con las 's' de cada una. Tomé un balde metálico que estaba cerca de la puertilla por dónde lo habían metido, y tras verificar que estaba vacío, lo tomé para golpear todos los barrotes en un movimiento, el sonido tan fuerte como para molestar en cualquier oído. El cuerpo en la esquina se retorció y giró en mi dirección. Pensando que se quedaría callado, una risa brotó de él.

NOVA STAR ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora