PARTE 14

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Ojalá disfruten la lectura.


SPIDERGIRL PARTE 14

Ya sabía que, en caso de existir un Dios, a este le encantaba ponerme a prueba, desde que me picó esa maldita araña del demonio había sido un fiasco eso de ser uno de sus mejores guerreros, pero rayos, antes no me había pesado tanto dejar de hacer lo que sea que estuviese haciendo para cumplir con mi rol de superhéroe.

Mientras me columpiaba hacia el hospital, no podía sacarme de la cabeza lo bien que se sentían los labios de Shizuru, y es que... ¡Ahhh! ¡Al diablo! La verdad era que quería estar en casa besando a mi novia, no en camino a recibir otra paliza de esas que me lastimaban hasta la consciencia.

¿Por qué de repente era tan difícil equilibrar mis dos vidas?

Ahhh... sí... porque la responsabilidad afectiva, con la que no había tenido que tratar hasta entonces, era otro gran poder que conllevaba una gran, gran, grandísima responsabilidad.

Sin ningun tipo de gana pero con toda la responsabilidad de mi máscara, entré al hospital por la puerta principal.

-¡SPIDERGIRL!-. Gritó un grupo de enfermeras, creo, sus uniformes me hacían pensar eso. -¡SPIDERGIRL!-. Me nombraban como si solo por estar ahí, su problema, por arte de magia, estuviese resuelto.

Pero yo había acudido ahí a ciegas, sabía que algo andaba mal por la alerta, el detalle recaía en que no sabía cual era la emergencia.

-¿Situación?-. Dije en tono tranquilo mientras veía como el personal corría de un lado a otro, alguien tropezó con una silla de ruedas, le pegué una telaraña en la espalda para evitar su caída.

-¡Gracias Spidergirl!-. Gritó antes de seguir corriendo.

Una de las enfermeras hizo muchos gestos con las manos, la mitad de ellos sin mucho sentido. -Un... un... un monstruo-. Señaló a uno de los pasillos laterales.

-Una cosa horrible-. Dijo un chico con cara de espanto, cielos, el miedo estaba muy marcado en su rostro. -Se metió... al banco de sangre-.

Contuve una exclamación, no me gustaba por donde iba esa mierda, pero, en lo posible, no quería asustarlos, más de lo que ya estaban.

Señalé a esa dirección. -¿Qué tan lejos está de los pacientes?-. Quería pensar que el banco de sangre no estaba a un palmo de los niños moribundos o algo así.

-Dos pisos de diferencia-. Respondió una de ellas. -Por favor-. Juntó sus manos en forma de plegaria. -Ayúdanos Spidergirl-.

Crují mi cuello y nudillos. -Ya me encargó-. Corrí hacía mi siguiente pelea.

Porque si los problemas me buscaban yo les plantaba cara... porque no tenía de otra.

Mi sentido arácnido se activó antes de que, a unos metros del objetivo, escuchase un golpe metálico seguido de una especie de rugido bastante desagradable, un escalofrío erizó mi piel bajo mi traje.

Contra mi sentido de supervivencia, doblé en la esquina del pasillo, vi la puerta del banco de sangre tirada en el suelo, doblada por el medio como una hoja de papel.

Y, luego, a través de la entrada, lo vi.

-¡Santa mierda de las mierdas!-.

Esa cosa medía, como mínimo, dos metros y medio. Era color carmín oscuro, daba la imagen de estar sucio, como si su masa gelatinosa se hubiese revolcado en algo más turbio que su existencia.

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