SPIDERGIRL

PARTE 18

SPIDERGIRL PARTE 18

Por supuesto, el profesor de Química no estaba feliz, ni por mis acostumbrados y bien conocidos retardos, ni por según él, contagiarle ese mal hábito a Shizuru. Vaya, que rápido se le olvidaba al hombre quién sacaba las mejores notas de su clase. Pero a la mierda, yo estaba feliz de no ver a ninguno de esos idiotas ahí.

Lo sé, ajá, sí, tendría que haber estado preocupada por la ausencia de ese par de fenómenos pero, después de como inició mi mañana, necesitaba un respiro antes de lanzarme de cabeza a otro lío.

No le estaba prestando atención a la lección. A mi parecer, tenía un poco más de relevancia el hecho de que algo había atacado brutalmente el metro y de paso, se había llevado a alguien.

Carecía de sentido, con la hemorragia que debió de tener la víctima, era para que hubiera quedado un rastro, y ahí estaba, sentada en esa silla, sin pistas del crimen que pasó en mis narices, mientras que mi profesor explicaba alguna cosa que seguramente mi mamá ya me había enseñado de mocosa.

—Mierda —mascullé.

Había recordado como Nao atacó el banco de sangre de aquel hospital. ¿Estaba detrás de la sangre como tal?, ¿Qué beneficio sacaba de consumirla?, ¿Se nutría con ella?

—Kuga —llamó el profesor—, Kuga.

¿Entonces había sido Nao la del metro?, ¿O el imbécil de Reito haría algo parecido?, Mierda, ¿y si era otra amenaza?, Todavía tenía toda una ciudad llena de posibles bombas de tiempo.

—Natsuki —murmuró Shizuru, mirándome de reojo.

¿Los parásitos esos de los simbiontes necesitaban más que la vitalidad de sus huéspedes?

Entonces quizá sí era Reito y no Nao...

—¡Kuga! —gritó el profesor.

Subí la vista a la pizarra.

—¿Qué? —contesté mal humorada.

Sí, bien, ahí había dos personas claramente enojadas y yo no era una de ellas. El profesor denotaba a leguas sus ganas de aventarme su café. Por otra parte, Shizuru parecía querer dedicarle un par de palabras a él.

—Pase a la pizarra y resuelva el ejercicio.

—De nuevo ellos no supieron como, ¿no? —Señalé con mi pulgar a mis compañeros mientras me paraba.

—Presumida...

—Engreída.

—Tsk, ni siquiera llegas a tiempo.

Esas fueron algunas de las quejas colectivas.

—¿Ah? —Tomé el plumón de la mano del profesor— ¿De qué les sirve llegar antes de que abran la escuela? Si igual no saben una mierda —dije entre dientes.

—¡No nos tomes por estúpidos! —gritó uno de ellos, sentado al fondo.

—Ara, pues no se comporten como tal. —Shizuru directa a la yugular.

El que ella se metiera les bajó los humos.

—Carajo, solo la defiende porque salen —susurró una chica cerca de la ventana. No se atrevió a decírnoslo en voz alta.

Medio sonreí y me dispuse a hacer el ejercicio. En efecto, eran formulas que mamá me había enseñado mucho antes.

En nuestro cambio de clases, ya no tuve tanta suerte, se cortó de golpe mi respiro, pero en fin, lo que fácil llegaba fácil se iba.