SPIDERGIRL

Parte 19

SPIDERGIRL PARTE 19

A veces no entendía como existían personas que fantaseaban con ser superhéroes. Digo, sí, los súper poderes traían grandes ventajas pero, también demasiado problemas, a menudo los pro se veían superados por los contra. Muchos solo anhelaban la gloria, el estatus de "ser amado" por el pueblo, pero no contaban con las noches que no podía ni dormir por el dolor de las batallas, ni el hecho de ser odiaba por los individuos más peligrosos de la ciudad.

Antes de irme a casa a hacer mis tareas, decidí hacer una pequeña ronda por la ciudad.

Detuve un par de robos a mano armada, le pateé el culo a un viejo rabo verde, evité que chocaran un carrito de hot dogs y bajé a un gato que se había atascado en una escalera de emergencias. Nada del otro mundo. Eso sí, era suficiente por esa tarde.

Mientras me columpiaba entre los edificios, di la vuelta en un esquina, escuché gritos y se activó mi sentido arácnido.

—Santa mierda.

En una obra de construcción, el cable de una grúa de esas enormes se soltó, con eso una viga que levantaban cayó y golpeó una de las paredes en obra negra. Me lancé allá. Salté por entre los escombros que caían y creé una red de contención para hacer tiempo.

—¡Es Spidergirl!

—¡Spidergirl!

—¡Corran ya! —grité.

Con el peso del concentro y el acero, en cualquier momento mi telaraña podría ceder. O peor, resistir tanto que arrastraría consigo a los otros edificios a los que le había adherido para dar soporte.

—¿¡Son todos!? —Ya no veía a nadie debajo pero no estaba de más asegurarse.

—¡Sí, sí! —gritaron desde la calle.

Yo misma rompí mi red.

Los pedazos de escombro cayeron al suelo, con un ruido ensordecedor, la tierra voló por el aire.

Sentí la vibración de mi celular.

Las opciones de personas que podrían llamar eran reducidas.

Saqué mi celular. —Hola— contesté la llamada.

—Natsuki, ¿todo bien? —Era la voz de Shizuru.

—Definamos estar bien —dije viendo que el polvo de los escombros seguía, esquivé un pedazo de vidrio de mi tamaño.

—Es que en los noticieros dijeron que...

Escuché un chirrido metálico.

—Con un carajo —mascullé—, cariño, tengo que colgar.

—Ara, ¿cariño?

El brazo de la grúa se inclinó drásticamente.

Ese sonido tuvo que oírse al otro lado de la línea.

—Cuidate mucho, Natsuki. —Ella misma colgó la llamada.

Me impulse hacia arriba. Si esa cosa caía sí o sí golpearía otro edificio. Tenía que evitar civiles heridos.

—No, no, no.

Subí hasta la última planta del edificio en construcción, por suerte era más alto que la grúa. Desde arriba, lancé mi telaraña y jalé con ambos brazos. Hubo otro espantoso chirrido metálico.

—Tsk, Kuga, tienes que conseguir otro hobby —susurré.

El peso de la grúa quería jalarme a la orilla. Afiancé mis piernas. La forma de mis pies agrietó el piso.