Capítulo 1 "Los Montealba"

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La noche que recibí la llamada avisándome que mi madre estaba enferma, jamás imaginé que mi viaje a visitarla cambiaría tanto mi vida.

Llegué a vivir con mi tía Brit cuando solo tenía 8 años. Mi madre trabajaba como sirvienta en la casa de una familia muy rica, Los Montealba. Lamentablemente su contrato de trabajo no incluía a una pequeña y curiosa niña, en este caso, yo.

Ella de igual manera, todos los días me llevaba a su trabajo, no tenía de otra, necesitábamos demasiado el dinero. Mi padre había fallecido hace muy poco dejando solo deudas y más deudas. Así es que cuando se le dio la oportunidad de trabajar en esa casa, no dudó ni un segundo. Nos levantábamos muy temprano para tomar el autobús, a eso de las 5 de la mañana y nos volvíamos muy tarde por la noche. Muchas veces, yo me dormía por el camino y después de trabajar todo el día, mi madre me cargaba en sus brazos hasta casa. Así es que le dieron la oportunidad de trabajar puertas adentro. Eso quería decir que tendría que dormir en su trabajo. Pero eso para ella era imposible teniendo en cuenta que yo no podía quedar sola.

Tía Brit, quién es la hermana de mi padre, le ofreció ayuda, pero para eso yo tenía que ir hasta Inglaterra. Ella siempre se negaba.

Pero todo cambió un día, recorriendo el jardín como lo hacía siempre que mi madre estaba ocupada, para no aburrirme sentada en la cocina, caminaba por los alrededores sin pasar hacía los lugares donde podrían verme los dueños de casa.

Mi madre me había contado como eran, decía que Don Gastón Montealba era un hombre muy bueno, pero que las constantes discusiones con su esposa Sofía, lo hacían lucir triste. Ella era todo lo contrario a Don Gastón, una mujer fría, con su corazón de piedra. Tuvieron dos hijos, gemelos. Pero nunca los vi. Bueno, en realidad, escondida no veía a nadie que no fuese los empleados de la casa, hasta ese día.

Mientas daba saltos por el costado del jardín, escuché que en una de las ventanas se oían voces. Una mujer lloraba, así es que me acerqué un poco más para curiosear. La mujer, era una señora bien vestida, muy elegante, con una cola en alto rubia, ojos claros y su maquillaje corrido por las lágrimas. Le tenía tomado el brazo a un señor que lucía bastante más joven que ella. Y le rogaba que no la dejara, que ella renunciaría a todo por él. Pero éste se negaba tratando se soltar su brazo. Yo me había subido sobre la jardinera para poder ver más, pero la mala suerte que tengo hizo que me resbalara y ambos se giraron rápidamente a verme. Ella con sus ojos abiertos sorprendida y una expresión de rabia en su rostro me miró a mis ojos. Él en cambio, me miraba con curiosidad.

Rápidamente de bajé y corrí hasta la cocina, me senté donde me había dejado mi madre justo cuando ésta entra con una bandeja. Mi corazón latía fuerte, sabía que esto traería problemas. Cuando mi madre se acerca para verme porque respiraba agitada, entra dando un golpe en la puerta la mujer. Ahí descubrí que se trataba de la señora Sofía Monteaba. Aún le quedaban restos de su maquillaje corrido y que había tratado de limpiar. Su expresión de odio me hizo bajar mi cabeza.

- ¿QUIÉN ES ELLA? – le grita a mi madre.

- Es mi hija, Señora.

- Y a ti, ¿Quién te autorizó a traerla al trabajo?

- Lo siento, Señora, no tengo con quien dejarla.

- Se va en este mismo instante de esta casa. Hablaré con mi esposo ahora mismo. – y se marchó golpeando la puerta.

Mi madre lloraba, no tendría otro trabajo en el que pagaran tan bien para poder salir de las deudas. Uno de los empleados, llama a mi madre. Don Gastón la espera en el despacho para hablar con ella. Mi madre limpia sus lágrimas y va. Yo me quedo esperando sentada. Cuando ésta regresa, me toma la mano y se quita su delantal dejándolo sobre la mesa. Salimos por la puerta de servicio, pero antes de salir de la casa, un señor corre tras de ella.

Ella es MíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora