Capítulo 15 "El Regreso a la Mansión"

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Gaspar

Abro mis ojos y me encuentro con unos pequeños ojos verdes claros mirándome de cerca. Y una hermosa sonrisa con dientes pequeños los achina.

Escucho a Mía susurrar fuerte.

- ¡Gabriel! Deja a tu tío Gaspar dormir tranquilo.

Me inclino y la veo. Está poniendo sobre la mesa un platillo con lo que parece unos hotcakes. Levanta su mirada y me ve. Le sonrío y luego llevo mi mirada al pequeño Gabriel que no deja de sonreír con un juguete en su mano.

- ¡Buenos días! – los saludo.

- Buenos días, Gaspar. ¿Cómo dormiste? – me pregunta Mía – disculpa si te despertó, estaba impaciente porque abrieras tus ojos y ... - no alcanza terminar de hablar cuando el pequeño la interrumpe.

- ¿Juguemos? – me dice, mientras me da un auto que tenía en sus manos.

- Después que desayunemos, Gabriel – le dice Mía caminando hacia nosotros – si quieres puedes tomar una ducha, cuando salgas ya estará todo listo.

- Okey, muchas gracias.

Me levanto y sacudo el cabello del pequeño, quien me sonreía aún con su juguete en la mano.

Cuando salgo del baño, ya estaban sentados en la mesa. Me siento junto a ellos y mientras desayunamos los observo. Mía es una gran madre, muy preocupada, le corta sus hotcakes para que pueda comerlos bien y Gabrielito es un pequeño muy inteligente. Para su corta edad, ya se hace entender muy bien y además que aprende muy rápido lo que se le enseña.

Me emociona mucho ser partícipe de este momento tan especial. Quizás para ellos es algo cotidiano, para mí, es algo totalmente nuevo. Ver como ella prepara el desayuno a su hijo y conversa y ríe con lo gracioso que habla y dice algunas palabras. Nunca imaginé a Mía como madre. No niego que muchas veces estando juntos pensé, en que estaba tan enamorado de ella, que me gustaría casarme y tener una familia. Claro, todo eso antes de que pasara lo Gabriel, y mucho antes de que supiera la verdad.

Suena mi teléfono y me levanto para contestar.

- ¡Hola papá! – le saludo y veo como Mía se paraliza, incluso deja de masticar lo que tenía en su boca.

- Gaspar, hijo, ¿Dónde estás? Pasé por tu habitación esta mañana, pero me di cuenta que no llegaste a dormir. Le pregunté a todos y no saben de ti desde la mañana temprano que saliste.

- Si, perdona, papá. No te avisé que no llegaría. Estoy... - veo a Mía quien agranda sus ojos azules – estoy donde un amigo. En unas horas más iré a casa. Anoche se me hizo tarde para volver. Conversando, no me di cuenta de la hora.

- Bueno, hijo. Me alegra saber por lo menos que estás bien. Saluda a tu amigo de mi parte y nos vemos en unas horas.

- Está bien. Ehh... ¿papá?

- Dime

- Estarás allí, ¿verdad? Hay algo de lo que quiero hablarte... y alguien quien quiero presentarte – mi mirada se dirige al pequeño Gabrielito, quien mastica mientras baila sonriente su comida. Mía agacha la mirada.

- Si, hijo. No me moveré de aquí. Pero adelántame algo... ¿es una chica? – me dice con un tono pícaro.

- Jajaja, no te diré nada. Espera la sorpresa – le respondo riendo.

- Está bien, nos vemos más tarde. Te amo hijo.

- Y yo a ti, papá.

Cuando cuelgo la llamada. Mía continuaba con su mirada abajo. Ya no comía, solo movía la comida con el tenedor. Me siento nuevamente junto a ellos. Gabrielito me ofrece un trozo de su hotcake con el tenedor y yo se lo recibo en mi boca.

Ella es MíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora