Capítulo 10 "La Casa de la Playa"

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Gabriel

Hace un tiempo atrás, decirle "te amo" a una chica, hubiese significado casi prácticamente un suicidio. Incluso con las que estaba, pasándolo bien, después sentía que me ahogaba y solo quería que desaparecieran.

No me imaginé jamás enamorado, menos de ella.

Cuando la vi el primer día, corriendo por el jardín, vestida de esa forma que nunca había visto a una chica, solo a sus abuelas. Pero su mirada... esos ojos azules que me hicieron sumergir.

Creo que me gustó desde el primer día que la vi, solo que no iba reconocerlo, no era para nada el tipo de chicas con las que solía meterme. Después fue como un desafío, probar algo nuevo, la curiosidad de saber que había detrás de esos ojos bonitos. Y sobre todo que había debajo de toda esa ropa horrible.

Pero... mi corazón me jugó una mala pasada. Y comencé a sentir cosas que no había sentido antes, por nadie. Pero ya era tarde, Gaspar había llegado antes y ya no era para mi... si no de él.

Estaba enloquecido, lo que sentía era tan fuerte que me estaba volviendo loco tan solo pensar que él podía besarla y yo no. Pensar la podía hacer suya y yo no, y sobre todo pensar que ella podía enamorarse de él.

Pero ahora... ahora todo cambió. Y por alguna extraña razón no me siento lo mierda que debería sentirme.

Puede sentir sus besos, escuchar que también me ama, y, sobre todo, sentir su piel y estar dentro de ella. De la manera más incómoda y al mismo tiempo la más excitante. No me importó que ya no fuese virgen, no me importó que fuera la novia de mi hermano, solo me importaba ella y yo.

Es cierto lo que le dije, nunca había hecho el amor, y sé que lo hice, porque la amo, y no solo la deseaba, si no que fue una sensación tan extraña que casi no podía respirar al acabar y sentí deseos de llorar. Obviamente no lo hice, ya había llorado demasiado y mi virilidad ya estaba por el suelo. Pero sentí deseos de hacerlo.

Es que es demasiado extraño todo lo que me hace sentir ella. Incluso ahora mismo, que prefiero ser el "otro" a no seguir con ella, y bueno, también por Gaspar. Después de todo, yo llegué tarde.

No podría perdonarme el lastimarlo. Se que al final de cuentas lo estamos haciendo igual, pero mientras él no se entere, prefiero dejar las cosas así. Solo espero que se desenamore de ella y así quede el camino libre para poder ser feliz a su lado. Porque si la deja, yo estaré esperando.

Cuando ella baja del auto, miraba a Gaspar, sé que está molesto, sobre todo por lo que le dije en la mañana. La besa, y no me molesta, no después de lo que me dijo antes de bajar.

Camino hacia ellos.

- Gracias por cuidarla, hermanito – me dice.

- Te dije que lo haría como si fuera mía – le respondo y Mía me mira con cara de espanto y Gaspar de molestia. – ¡Ya! Tranquilo, no te molestes. Solo bromeo. – y le doy un golpe en la espalda.

Entramos y está mi madre con mi padre. A pesar de la rabia que tengo con ella, estoy tan jodidamente contento que no puedo ni siquiera sentirme enojado.

- ¿A qué hora nos vamos? - pregunta mi padre. – tu madre dice que ella prefiere no ir, no se siente bien.

- ¿Prefieres quedarte sola, madre? – le pregunta Gaspar y puedo notar su tono de molestia. Golpeo su espalda suavemente.

- No importa hermano, si no quiere ir... podemos llamar a tía Susanne junto a Luisa y Anabella para que vengan a hacerle compañía.

- ¡No es necesario chicos! No las molesten. Yo estaré bien sola. – dice mi madre.

Ella es MíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora