Invasión Mental || Katsudeku

▪︎ 06 ▪︎

Ese pensamiento le dejó patidifuso, jamás, en todos sus años de vida, habría imaginado que aquel estúpido quirk le haría enterarse de los sentimientos románticos del peliverde, y aunque en algún momento su imaginación le hizo plantearse -como un sueño de los que él clasificaría como pesadilla- la posibilidad de que su viejo amigo de infancia sintiera algo como eso por él, ahora que la casualidad se lo había confirmado, sólo podía sentirse impactado.

Su mandíbula se tensó al verse sumergido en un mar interminable de recuerdos en los que Deku era el protagonista.

Recordaba a la perfección sus acciones egoístas y desconsideradas de niño, aquellas que por irracional y mal educado terminaban por hacer llorar al de ojos jade, aquellas que a pesar de ser crueles jamás alejaron al pequeño Izuku de él.

Recordó también aquella ocasión en la que la clase entera, alentada por él, se burló de Izuku por querer entrar a UA siendo un quirkless y como el pecoso había terminado por sorprender a todos al lograrlo. A su mente también regresaron momentos en los que él había sido un desgraciado, hiriente e irritante Katsuki, como esa vez en la que le sugirió que debía arrojarse por la ventana.

Sí, se había disculpado, pero hasta él reconocía que aquellas palabras nunca serían suficientes para reparar el daño y en su mente estaba una pregunta que jamás lo dejaba.

¿Por qué nunca dejaba de seguirlo?

Siempre que se giraba a verlo se lo preguntaba, incluso se lo había echado en cara el día que fue rescatado de la liga de los villanos, y a pesar de eso había sido incapaz de obtener una respuesta que lo convenciera... hasta ahora.

Algo en su cerebro hizo clic y recordó también todas y cada una de las veces en las que Deku había estado ahí para él, siguiéndole, admirandole, repitiéndole una y otra vez, de manera incansable, que era maravilloso y fuerte; pero sobre todo, recordaba con lucidez y fuerza a cada una de las veces que Midoriya se había preocupado por él.

Siempre que le pasaba algo, Izuku era el primero en correr despavorido a su ayuda, bastaba con recordar el día que fue afectado por ese jodido quirk. Deku era de los pocos que insistía en asegurarse de que estaba bien a pesar de que él le alejara a gritos afirmando que sí; también se sacrificaba sin pensarlo cuando algún sucio villano era lo suficientemente suertudo como para hacerle daño y como prueba bastaba con recordar aquella vez en la que hirió su ego al intentarlo liberar del villano de lodo a pesar de no tener un quirk.

Todavía no entendía su actuar, todavía sentía vergüenza de sí mismo al verse humillado de esa manera y todavía se preguntaba porqué lo había hecho, pero ya no era algo que le quitase el sueño.

Por no mencionar que según Kirishima y Kaminari, Izuku era temerario, imponente y parecía alguien diferente cuando se trataba de defenderlo.

¿Tantas cosas había pasado por alto?

—Kacchan, ¿Estás bien?—La que por primera vez escuchó como una voz diferente le hizo retornar a la realidad.

Se había quedado ensimismado, tanto que había ignorado todos los pensamientos que le estaban invadiendo justo en cuanto se enteró de los sentimientos de Izuku, así que esta vez bendijo al jodido quirk y se esforzó en retomar el hilo de los pensamientos del pecoso.

Trató y trató, pero fue inútil, no lo encontró y pronto advirtió que no solo no pudo ubicar al pensamiento del pecoso, sino que ningún otro estaba presente. El quirk había perdido su efecto justo en ese momento, justo en el instante en el que un estúpido pensamiento de color jade le había robado toda la estabilidad en un segundo. Aquel suceso se sintió como hacerse pequeño en medio de una habitación llena de oscuridad.