Pasar tiempo en casa lo había revitalizado y dejarle sus intereses claros al pelinegro le había devuelto parte de su calma. En general, después de muchos días de estrés mental, podía decir que había solucionado casi todos sus problemas.
Por eso mismo, llegó rebosante de energía y con una agradable sensación de paz en su pecho antes de encontrarse con la bomba. Era algo triste porque había, incluso, estado dando pequeños saltos de alegría justo un momento antes de escuchar los gritos provenientes del interior de los dormitorios.
《Algo anda mal》 Se dijo para apresurar su paso y abrir la puerta con el mayor sigilo que sus torpes movimientos le permitieron alcanzar.
En la sala común la mayor parte de su grupo estaba aglomerada y en el centro, como si fuese un ring de box, un pelirrojo sujetaba a un rubio iracundo y un pelinegro a una pelirosa furiosa. Su ritmo cardíaco se detuvo un microsegundo ante la inesperada situación.
—¡Si alguna vez confíe en ti con esto me queda claro que fue un maldito estúpido error!
—Kirishima, sujeta bien a Bakugou—pidió Sero, afianzando el ajuste de las cintas con las que inmovilizaba a su amiga. Si alguno de los dos liberaba al otro aquello escalaria a niveles indeseados.
—¡Llámalo como quieras, pero solo queríamos ser de ayuda! ¡Queríamos ayudarte porque sabemos que tus capacidades para expresar lo que piensas son equivalentes a las de un...!
—¡Mina-chan, basta!
Incrédulo de lo que veía, se acercó un poco más y se frotó los ojos, buscando despertar de un sueño sumamente extraño. Se abrió paso entre alguno de sus compañeros y se orilló hasta quedar a un costado de Ojirou y de Tsuyu; el primero estaba confundido la segunda tenía un atisbo de molestia en su rostro.
—Chicos ¿Qué pasa? ¿Por qué están peleando?—Preguntó en voz baja, preocupado.
Ver pelear a Kacchan y a Ashido era algo que jamás había ocurrido; es decir, ambos se levantaban la voz de vez en cuando y se correteaban por los pasillos en busca de venganzas falsas, pero jamás había visto auténtica rabia en la mirada de ambos cuando eso ocurría. Le daba provocaba escalofríos, puros y crudos escalofríos.
—Tampoco lo tenemos claro, Midoriya—respondió Ojirou en un susurro. Ninguno quería ponerse bajo la mira en medio de tantos gritos—. En un momento todos estábamos tranquilos y al otro Bakugou estaba intimidando a Aoyama y después gritando con Ashido.
—¿No regresaste antes de lo planeado?—Preguntó la peliverde en voz baja pero sin mostrarse sorprendida o preocupada por la situación que tenía lugar en la sala, desviando su atención un segundo. Él asintió como respuesta y se regresó inquieto a la pelea del siglo.
Normalmente regresaba a los dormitorios los lunes por la mañana, directo a clases. Si había decidido regresar el domingo por la tarde fue porque había acompañado a su madre al centro comercial para conseguir pinturas que utilizaría para el nuevo club al que se había inscrito -y en el que chistosamente, Mistuki también se había apuntado- y le había sido cómodo dirigirse de regreso a la academia; además, se sentía seguro de volver -no es que tuviera también que ver con el hecho de que podría ver antes a Kacchan, no, claro que no- sin embargo, al ser recibido por una discusión y un ambiente tan tenso, se preguntaba que tan buena elección había sido regresar antes.
Lo único que tenía claro en esos momentos era que algo muy extraño estaba pasando y Aoyama también estaba involucrado. Un mal presagio llegó a él casi de inmediato.
—¡Yo puedo hacer mis malditas cosas solo! ¡No necesito ayuda de nadie! ¡¿Entendiste?!, ¡soy capaz de hacer las cosas por mi mismo, sin que chismosos de mierda como ustedes se involucren!
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Invasión Mental || Katsudeku
FanfictionY es que Katsuki podría enlistar todas y cada una de las cosas en las que era bueno, podría recitar en voz alta sus virtudes y habilidades, así como reconocer a regañadientes sus defectos. Tenía una cantidad enorme de cosas en las que, él considerab...