▪︎19▪︎

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—¿Qué?

—Me gustas, eso dije.

La intensidad de su mirada y el agarre firme en su hombros y mentón le hizo sentirse pequeño, aunque ésta vez, comparado a las veces que se sintió de manera similar, no se sentía amenazado, sino avergonzado. ¿Por qué la confesión de Katsuki le provocaba emociones más intensas que la de Yō? ¡que vaya, claro que con Shindo se había sonrojado, pero no de la manera tan violenta como lo estaba en esos momentos!
¿Por qué esas pocas palabras habían sido suficientes para que olvidara por completo todo lo que acababa de decir? ¿Por qué Kacchan tenía ese poder?

Su corazón comenzó a latir con frenesí y su boca se abrió un par de veces sin ser capaz de decir algo coherente. ¿Había escuchado bien o ya estaba alucinando? Sea como sea, si la respuesta era la segunda opción, él comenzaba a sentirse alegre en su ilusión.

Frente a él, el cenizo ablando su expresión, mirándole ahora como un cachorro, o "como un baboso" que es lo que seguramente él diría, pero era inevitable. Lo que sentía era demasiado fuerte y el rostro de Izuku no ayudaba a mantener a raya sus emociones.

—No tengo claro como sabes todas esas cosas, pero sí que sé que soy un idiota—habló, manteniendo su mirada y bajando la voz, como queriendo que ni los insectos ocultos en la hierba escucharan lo que tenía que decir—. Soy un estúpido porque de esa manera actúe. Fui incapaz de procesar las cosas a tiempo y terminé alejándome y fingiendo que no estabas ahí cuando cada maldito momento no podía hacer más que notar tu presencia y pensar en ti. Llevas tanto tiempo siendo una maldita ancla en el subsuelo de mi mente que no puedo imaginarme un maldito día en el que tú no estés en mi vida, no los conozco y ciertamente no sé cómo serían, pero sin duda siempre estás, ya sea de manera física o intangible, pero estás.—El ardor de su rostro le molestaba, pero sabía que con Deku jamás recibiría burlas por eso; además, el otro estaba tan sonrojado que hacer una comparación con una fresa resultaba pertinente—. Cuando me enteré de lo que sentías entré en pánico y si he de ser honesto por una vez en mi jodida vida, no supe como actuar, pero en el fondo moviste tanto de mí que fui incapaz de lidiar con ello de manera apropiada y me negaba a aceptar que podía sentir lo mismo; fue como ser un infante que enfrenta su primer día de preescolar en completa soledad. Joder, ni siquiera tuve el valor de rechazarte, aunque esa era la idea que buscaba venderme.—Hizo una pausa—. C-Cuando me volví consciente de lo que yo mismo sentía por ti y acepté que era capaz de amarte, realmente ya era tarde y te había apartado en los fracasados intentos por convencerme de que podría estar mucho mejor sin ti... al final soy un experto en hacerte mal.

—¿¡Qué!? ¡No!

—Vamos, Deku, ambos sabemos que te he hecho mucho mal en el pasado, acabas de recordar la secundaria, ¡esta claro que te he hecho daño!... y bueno, creo que también en el presente lo he hecho a pesar de decirte y decirme hace tiempo que no lo haría más.

—Ya te habías disculpado por eso—le recordó.

Desdoblo sus rodillas para acomodarse mejor y permitirle al contrario hacer lo mismo, ahora estaban frente a frente, ignorando su entorno y cualquiera que pudiera llegar a verles en la lejanía.

—Esas disculpas son una porquería.—Le hizo saber—. Sólo fue algo del momento, algo que atenazó mi nuca con violencia al traer a mí la revelación de mis errores, por lo que me disculpé de manera escueta y un tanto forzada y... realmente jamás terminaré de recompensar el daño que te hice a causa de mi sentimiento de inferioridad y a la vez de superioridad... y recientemente a mis emociones revueltas.

Ahora era él quien se había soltado a decir lo que pensaba. De un momento a otro estaba abriéndose y siendo por completo honesto con sus emociones; literalmente su orgullo había desaparecido sin dejar rastro y a cambio solo quedaba su sinceridad. Izuku le escuchaba con atención mientras se aseguraba de grabar en su memoria cada palabra y cada gesto.

Invasión Mental || KatsudekuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora