Aunque con ellos no era la cosa, sus acompañantes fueron los primeros en girarse para encarar al peliverde. Le sonrieron, se miraron con complicidad, luego le echaron un vistazo al líder de su grupo que mantenía una postura cerrada y se despidieron con amabilidad.
Cuando los cuatro chicos se alejaron lo suficiente, Katsuki inhalo profundamente y giró sobre su eje para encontrarse con la voz que le llamaba. Todo en él se estremeció al verse enfocado una vez más por esos ojos color jade que tanto le gustaban, y sintiendo la suave brisa de la tarde acariciar su piel con delicadeza, se hizo consciente de que, después de tanto, por fin volvían a hablar directamente.
—¿Podemos hablar, Kacchan?—Repitió con voz baja, moviéndose un par de pasos a su costado para evitar obstruir la salida. Él realmente esperaba que su compañero aceptara.
—Que sea rápido—Articuló con tono neutro, dando dos zancadas para imitar su acción pero asegurándose de no perder la distancia vital entre ellos. Aunque quería simplemente abrazarlo y murmurarle unas merecidas disculpas por su comportamiento, debía mantener la compostura y respetar su espacio.
—Oh, sí, será rápido ya que tengo que ver a Shindo-kun también—Soltó.
Para cuando se dio cuenta de su error, el entrecejo fruncido en el cenizo ya se había hecho presente. Él realmente no quería decirle cuales eran sus planes, solo pensó en voz alta, y ahora ya no podía hacer nada. Y Katsuki sintió aquello como una manera de decirle abiertamente que ya no estaba interesado en él en lo más mínimo; como consecuencia, un nudo amenazó con formarse en su garganta.
—¡Bien!, te ahorraré tiempo. Si quieres preguntarme si yo puse el ensayo por ti, sí, sí fui yo. Ahora puedes darte prisa e ir en busca del bastardo.
Habló rápido, manteniéndose a raya para evitar caer en el error que alguna vez en el pasado cometió: mostrarse vulnerable frente a Izuku y terminar evidenciando su sentir. Las cosas ya no serían así, la última vez que eso ocurrió se prometió que no volvería a romperse frente a él. Sin embargo, lejos de pensar en su vulnerabilidad, el peliverde se quedó boquiabierto, sintiendo un agradable cosquilleo nacer en su pecho y asentarse en su estomago, hasta que se percató de que Kacchan no le estaba gritando ni había titubeado en decirle directamente algo que ni siquiera había preguntado.
—¿Por qué lo hiciste?, ¿cómo supiste que no había hecho nada? ¡No pienses que me molesta, en lo absoluto! Solo... es curioso y quisiera saber.
El más alto tomó un par de respiraciones lentas para calmar los pequeños nervios que sentía y cayendo de golpe en la realidad de haber soltado lo que, según él, guardaría como un secreto insignificante, incrustó su mirada rubí en el color jade. El chispazo del contacto visual fue percibido por ambos.
—¿Acaso importa? Deja de preguntar estupideces sin relevancia, Deku. Ya te dije lo que querías saber, ahora apresúrate antes de que el imbécil se aburra de esperarte.
El de pecas arrugó la nariz haciendo un mohín, observó cada facción en el rostro ajeno y se dijo a sí mismo que debía ordenar sus ideas, pues estar ahí, frente a él, intercambiando palabras, le hacía darse cuenta de lo mucho que había echado de menos el hablarle. Sencillamente, se sentía pequeño, nervioso y a la vez, aunque sonará imposible, en paz.
—Kacchan, sí me importa, por supuesto que para mí es de relevancia—Le hizo saber con calma—Aunque no fue lo que dije hace un momento, Shindo puede esperar y...—Se tomó una pausa, frenándose de decir que el pelinegro no se molestaría por su retraso al ser tan comprensivo y poner tanto mérito en conquistarlo. No sentía deseos de decirlo, así que optó por cambiar sus palabras—Y realmente no era aquello lo que quería decirte, pero ahora también quiero saberlo...
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Invasión Mental || Katsudeku
FanfictionY es que Katsuki podría enlistar todas y cada una de las cosas en las que era bueno, podría recitar en voz alta sus virtudes y habilidades, así como reconocer a regañadientes sus defectos. Tenía una cantidad enorme de cosas en las que, él considerab...