Nuestro pequeño cielo

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Desperté y era de día, la luz se asomaba a través de la ventana. Pude sentir los cálidos brazos de mi pareja rodeando mi cintura, su aliento en la coronilla de mi cabeza, todo era perfecto, me sentía en el cielo.

Llevo ya 8 años de relación con Mile, nos conocimos en el colegio, yo solía ser el chico tímido que no hablaba con nadie y pasaba sus horas de descanso recostado en el pupitre del salón, esperando a que la hora de salida llegue y pueda retornar con tranquilidad a casa. La verdad es que no me quejo de mis días de colegio, todos eran amables, solo que a mí no me gustaba socializar, muchas veces las chicas se me acercaban para invitarme a fiestas o convivencias y los chicos me decían que juegue al futbol con ellos, pero simplemente yo sentía que no encajaba ahí.

Un día, a mitad del año escolar lo vi, llegó como un estudiante de intercambio desde Chiang Rai, en cuanto se presentó sus ojos se posaron en mí y yo sentí que la electricidad corría por mi espina dorsal, incluso no dejó de mirarme cuando se dirigió a su pupitre que quedaba al final del aula, cinco espacios pir detrás de mí... aún sentía su mirada en mi nuca.

Ese insidente me hizo pensar que quizá los días tranquilos y relajados habían terminado, que alguien que podría hacerme daño había llegado al colegio. No me sentía fuerte y capaz de soportar algo así, tenía miedo, estaba asustado y temblando, esperaba que alguien se ofreciera a hacerme compañía hoy durante el día, pero nadie lo hizo.

Era hora del receso y todos salieron, yo solo me quedé recostado en mi pupitre como de costumbre, y pude sentirlo, sentí esa electricidad en mi espalda, giré mi cabeza un poco para poder ver en dirección del chico nuevo y él estaba ahí, sentado mirándome y a la vez apuntaba algo en su cuaderno. Me puse nervioso y quise salir de ahí, por suerte entraron varios compañero a compartir su almuerzo en el salón.

El resto del día trascurrió sin ningún inconveniente, incluso había olvidado al chico nuevo y no me acordé de él hasta llegar a casa.

Lo mismo pasó los demás días, ya no le prestaba atención, pero algo curioso empezó a pasar. El día después de su llegada cuando entré al salón y me senté en mi silla, encontré una rosa y un dibujo, era yo recostado en mi pupitre durmiendo. Quedé asombrado, pero no sabía quién era el autor o la autora de este regalo.

Los próximos días generalmente encontraba chocolates, rosas o algún bocadillo en el mismo lugar, además de notas de aliento en mi casillero. Me sentía flotar, pues nunca nadie había tenido detalles tan lindos conmigo.

Una tarde al dirigirme a casa me topé con un grupo de compañeros que me invitaron a jugar videojuegos en la casa de Mile, sí, el mismo Mile que creí me intimidaría el resto del año. Todos me insitían, menos él, que estaba con la vista al piso, solo la levantó cuando acepté ir con ellos, su vista chocó con la mía y me pareció ver que se sonrojaba, pero creo que fue mi imaginación.

Cuando llegamos a su casa nos pusimos a jugar, beber gaseosas y comer pizza, nunca la había pasado tan bien en mi vida, pero con tanta gaseosa pedí ir al baño, Mile me dijo que estaba arriba, ni siquiera me miró, solo veía la pantalla de la televisión.

Me dirigí escaleras arriba, pero no sabía cuál de todas las puertas eran el baño, al abrir una me di cuenta de inmediato que era la recámara de Mile, solo quise cureosear un poco, ingresé más y encontré una caja de chocolates en su escritorio, !eran los chocolates que mi admirador secreto me dejaba en mi pupitre! Y lo que me dejó más sorprendido es que tenía varios dibujos míos en el aula o en el patio de deportes.

Asustado bajé las escaleras, tomé mi mochila y salí corriendo de esa casa, no me importó las preguntas de mis compañeros y la mirada de sorpresa de Mile, solo quería salir de ahí, estaba asustado, ¿Y si él era un acosador?, ¿Y si Mile solo quería burlarse de mí haciendo que me ilusione con un admirador secreto?.

La segunda idea me pareció más convincente, quién se fijaría en alguien sin gracia como yo. Al final del día solo soy el chico callado del salón, el bicho raro que nunca habla con nadie... solo soy yo.

Ya era entrada la noche cuando escuché una canción romántica, venía de la calle. Me asomé por la ventana y Mile estaba parado con una radio y una rosa, me puso nervioso verlo ahí, así que bajé sin hacer ruido para que mis padres no se despierten y salí de la casa. Fue ahí, en ese lugar que Mile me explicó que sintió un flechazo por mí desde que me vio, que no ha podido olvidarme desde entonces, que se sentía un cobarde por no poder acercarse a mí y darme esos obsequios personalmente, luego simplemente se inclinó y me robó un beso.

Fue en ese momento que me pidió que seamos novios...

Y es así que con altas y bajas, problemas, alegrías y peléas hemos logrado llegar a nuestros ocho años como pareja.

Sí, ocho años, ayer lo cumplimos y tuvimos una larga noche, ahora nuestros cuerpos desnudos clamaban por descanso, pero yo debía levantarme a preparar el desayuno, pese a ser domingo debíamos hacer limpieza en nuestro departamento e ir de compras, porque nuestro refrigerador se encontraba vacío.

Me puse un canguro grande de Mile, me quedaba enorme, pero sabía que a él le encantaba verme con su ropa. Al salir de nuestra recámara vi el camino de ropas que habíamos dejado anoche, las recogí y las puse en el cesto de ropa sucia, el panorama en nuestra sala no era mejor, pues fue sobre la mesa que tuvimos nuestra primera y acalorada ronda.

Solo de recordarla sentía electricidad, podía sentir sus dedos en mi cuerpo, sus labios en mi piel, hice a un lado esos pensamiento y fui a la cocina para empezar a preparar el desayuno, en media hora ya todo estaba listo, sentí unas manos frías colarse por debajo de la sudadera, recorriendo mis muslos hasta llegar a mi citura, luego un beso húmedo depositado en mi cuello que me hizo soltar un suspiro.

- Buenos días - dijo Mile, estaba solo con un patalón de pijama.

- Buenos días- me di vuelta y le di un beso- te besaría todo el día, pero hoy toca limpieza y alguien debe encargarse de hacer las compras.

Mile me miró e hizo un puchero, entonces me llenó de besos la cara y me guió hasta la mesa para que desayunemos. Todo era tranquilo, él me contaba sus hermosas y graciosas ocurrencias, mientras yo lo escuchaba y reía en ocaciones.
Nuestra vida era perfecta, era nuestro pequeño cielo, nada aquí podía salir mal.

Él se fue a relizar las compras en lo que yo hacía la limpieza de la casa, más tarde llegó con las cosas y con comida. Luego de almorzar pudimos descansar y dormir el resto del fin de semana, ya mañana empezaría nuestra rutina laboral.

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Hola, hola a todos. No es mi primera vez escribiendo, pero mi primera historia la dejé inconclusa porque me quedé sin inspiración.
Esta historia se me ocurrió mientras estaba leyendo otro fic de VEGASPETE, espero que les guste esta historia y que me acompañen hasta el final.

Agradecería mucho que me dejen su cariñito votando por la historia y no olviden dejar sus comentarios, estos hacen que me de fuerza para seguir escribiendo, sin más, nos vemos en el próximo capítulo.
Psdt: si ven algún error no duden en decirme, todo es bien recibido aquí. 🤗🤗
See you! 😘🖤

Las puertas del infierno que conectan al cieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora