Lan Wangji tiene un problema para interactuar con las personas y ahora que su hermano ha traído un desconocido a casa sabe que las cosas no volverán a ser las mismas.
Zhancheng
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Esa misma noche después de su inusual salida al cine, Jiang Cheng salió de su ducha un poco más despejado y dispuesto a hablar sobre lo ocurrido con Xichen. Para su sorpresa fue A-Huan quien se sentó a su lado en el sofá y lo abrazó suavemente.
—A-Zhan me dijo lo que pasó durante la tormenta...
Esa simple frase puso nervioso a Wanyin, ya que había querido ser el quien le confesara lo ocurrido. No supo que decir o como justificarse, aunque no fue necesario pues inmediatamente Xichen besó su frente y lo abrazó más fuerte.
—Gracias. Realmente aprecio que cuides de él, no sabes lo mucho que significa para mí.
Después de esa breve interacción, no volvieron a hablar al respecto y aunque eso inquietó a Jiang Cheng, simplemente no supo cómo volver a tocar el tema. Y por los siguientes días la calma y tranquilidad se hizo presente.
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Días después y mientras A-Cheng hacía sus deberes, Wangji llegó y colocó un regalo frente a él.
—Es para ti, espero que te guste.
Jiang Cheng solo le sonrió y aceptó el detalle. Sorprendiéndose al ver que se trataban de unas esponjosas pantuflas de perrito, eso lo hizo sonreír y sentir una inmensa ternura por tan adorable regalo.
—Me gustan mucho, gracias.—expresó con felicidad a A-Zhan.
Y se los puso de inmediato para que Wangji supiera que en efecto le habían encantado, y al parecer no fue el único, ya que Baby corrió alrededor de sus pies y jugo con los peluches que eran muy parecidos a él.
Y fue así como con el paso de los días Lan Zhan se acercaba a él con varios detalles, le regalaba flores, pinturas y lo que sea que le hubiera gustado para Wanyin.
Y aunque al principio eso no le gustó para nada al Jiang poco a poco fue aceptando sus obsequios, después de todo le agrada la forma en que Wangji se acercaba y le decía.
—Vi esto y pensé en ti...
A-Cheng no pudo negar que le gustaba la atención, después de todo Wangji era el único que parecía querer pasar tiempo con él últimamente. Lo invitaba a cafeterías con temáticas interesantes, pedía su comida favorita e incluso no le molestaba mostrarse atento y hacer cualquier cosa que Wanyin quisiera.
Así que Jiang Cheng dejó de lado su intento de alejarlo y disfrutó de su compañía. Sabía que no debía dejarlo acercarse tanto, pero mientras más tiempo pasaba, no podía negar la calma y comodidad que le daba estar a su lado. Comenzó a bajar la guardia y lentamente fue acostumbrándose a la forma en que tomaba su mano, a sus abrazos y más de una vez dejó que lo volviera a besar.
Siempre se arrepentía al instante y se alejaba, pero A-Zhan nunca lo abrumaba o insistía al respecto. Y eso solo lograba que Jiang Cheng lo olvidara y volviera a caer en las sutiles atenciones del Lan menor. Creyó que si mantenía controlada la situación y simplemente ignoraba los pensamientos sobre Wangji que últimamente no habían parado de atormentarlo, las cosas irían bien.