Prólogo

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— ¡Hey, Malysh! — Natasha saludó con la mano a Wanda quien estaba parada frente al buzón frente a su casa. Se dió la vuelta reprimiendo una sonrisa

Eran novias desde hace un año ahora y, aunque tenían sus peleas, hacían una buena pareja.

Y es que para los ojos de Wanda, Natasha era la única dispuesta a aguantarla. A nadie le había importado realmente la chica rara que vestía raro y se sentaba detrás de la clase hasta que conoció a Natasha. Su comienzo fué horrible, con todas las letras de la palabra, y ninguna puede recordar cuando su odio se convirtió en amistad y de amistad a atracción, porque de un momento a otro ambas estaban cubiertas de comida en un restaurante local y al día siguiente eran novias.

— Cucaracha. — Wanda bromeó, empujando su hombro y sonriendo ampliamente. Los apodos eran cariñosos la mayor parte del tiempo y un símbolo de cariño entre ellas incluso aunque el de Natasha mostrará más afecto. Ambas sabían que el 'cucaracha' iba mucho más allá.

— ¿Vas a ir al baile de bienvenida este jueves? — Natasha también le dio un codazo y Wanda puso los ojos en blanco. Recientemente, el baile había sido la causa de todo mal. Sus padres le decían que asistiera e incluso su gemelo, Pietro, que asistía a una escuela privada, insistía en que apareciera allí. Fue realmente estúpido, ni ella ni Natasha habían planeado ir, decidiendo retirarse a su casa y ver repeticiones de capítulos viejos de The Walking Dead exceptuando el primer capítulo de la temporada; ambas lo llamaban el capítulo innombrable.

— Por supuesto que no. — Wanda puso los ojos en blanco. — Nos reuniremos en tu casa, ¿Verdad?

Natasha asintió antes de sonreír.

— Quiero decir, como de costumbre, un millón de chicas me preguntaron...

— Oh, sí? ¿Quiénes? — Wanda preguntó, frunciendo el ceño porque las palabras de Natasha eran ciertas. En el colegio a nadie le importaba Wanda, ni siquiera tomaban su relación con Natasha como algo serio así que todas tenían el descaro de preguntarle incluso sabiendo que estaba de novia.

— Uh, Elizabeth, Annette, Lauren, Sophie... — Natasha comenzó a enumerar sus dedos y Wanda puso los ojos en blanco. Natasha tenía que ser la persona más engreída que jamás había conocido. Algunos días, se preguntaba porqué eran pareja. Eso fue hasta que tuvieron la pelea habitual de comida en su cocina. Cualquier duda se había ido para entonces.

— Sí, lo entiendo, Izzie Stevens. — Wanda murmuró, sintiéndose abatida. Escuchar a Natasha divagar sobre su larga lista de chicas en espera la hizo sentir lamentable e insegura. — ¿Al menos les dijiste que tenías novia?

Natasha pareció sentir esto y puso los ojos en blanco esta vez.

— Oye, no soy una imbécil. Por supuesto que les dije que tenía novia y les especifique que mi corazón está eternamente ocupado por tí. Y... The Walking Dead y Nirvana contigo suena mejor que un baile estúpido.

— Si vamos a ver The Walking Dead, ¿No vamos a ver el capítulo de Morgan verdad? — Wanda se quejó.

— Oye, mi casa, mis reglas. — Natasha sonrió. — Y vamos, Wanda, a tí te gusta Morgan.

— No desde que enloqueció. — Wanda replicó, y Natasha levantó las manos en fingida rendición.

— Está bien, está bien. Me tienes ahí, bonita. — Natasha bromeó.

Wanda rió desviando su cabeza hacia las cartas en sus manos.

— ¿Qué tienes allí? — Natasha preguntó curiosamente llegando a su lado.

Wanda se encogió de hombros.

— Recibos del colegio de Pietro, recibos de mis clases de Karate, recibos del psicólogo... — Wanda comenzo a enumerar. — Ah y ésta carta que es para Pietro, ¿Te dije que se irá pronto a su gira de exposición con sus obras, no? — Natasha asintió. — Bueno, se supone que aqui está toda la información.

— ¿Eso significa que estarás en tu casa sola durante... Cuánto tiempo?

— Cinco meses.

Natasha asintió frunciendo el ceño.

— Claro... — Natasha murmuró intentando ocultar que no le preocupaba el hecho de que Wanda viviera sola durante cinco meses enteros.

Wanda parecio notar su reacción y se giró hacia ella.

— Oye. — Wanda la golpeó con fuerza empujándola hacia atrás.

— ¡Wanda! — Natasha se quejó acariciando su brazo. — Mierda, el karate te hizo fuerte...

— O eres solo tú quien se hizo débil practicando ballet con tu madrastra. — Wanda murmuró con molestia. — ¿Por qué hiciste esa cara?

— ¿Qué cara? — Natasha fingió no entender pasando al lado de Wanda.

A Wanda no le sorprendía que Natasha fingiera no tener ninguna preocupación. Pero le lastimaba saber que causaba eso en las personas de su alrededor que la querían. Les causaba el miedo constante de una recaída y la verdad es que ella no podía tranquilizar a nadie porque nadie se atrevía a decirle nada a la cara.

— Olvídalo. — Wanda murmuró empujando a Natasha para que se quitara de su camino a la puerta.

Natasha suspiró con frustración volviendo hacia su casa enviando algunas miradas hacia la casa de los Maximoff.

TODAVÍA LA RARA | Wandanat. #2 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora