Capitulo 11

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Las cortinas cerradas de la ventana en su habitación le daban un sentimiento de aislamiento y seguridad en el cual nada de lo que ocurriera en su habitación saldría de allí.

Wanda tenía el anillo de Natasha entre sus manos, acostada boca arriba en su cama, observándolo detenidamente y recordando lo mucho que luchó para recuperarlo de esos matones.

Natasha le importaba, mucho. Ella jamás diría lo contrario, pero cualquier otra persona hubiese intentando huir. Sin embargo, Wanda eligió quedarse y enfrentarlos con tal de quedarse con ese anillo. Quizá sentía algo más que tan solo un 'querer' por ella.

Y poco sabía Natasha que el día de hoy, ella había recibido otro golpe por ella.

Suspiró girandose en su cama, dejando el anillo a un lado y tomando su laptop.

Comenzó a teclear en el buscador 'Hilo Rojo' en el cual comenzaron a aparecer muchos resultados interesantes.

— La leyenda afirma que aquellas personas que estén unidas por el hilo rojo están destinadas a ser almas gemelas, y vivirán una historia crucial e importante en sus vidas y no importa cuánto tiempo pase o las circunstancias que se encuentren en la vida. El hilo rojo puede enredarse, estirarse, tensarse o desgastarse… pero nunca romperse.— Wanda leyó en voz baja el primer resultado que apareció. Bajó la pantalla de su laptop contra el teclado y se recargó con tristeza. — Ay, Talia...

Se dejó caer de espaldas otra vez mirando al techo. Ella no lo admitiría jamás, pero extrañaba a Natasha y lo que tenían. Incluso si su relación fuese imperfecta. A Wanda le encantaba esa imperfección porque era lo más cercano que se sentía de la comodidad.

La última vez que se alejaron, Se sentía pérdida sin Natasha. Y no era propio de ella sentirse tan necesitada de la compañía de una persona, pero de alguna forma necesitaba estar cerca de ella.

Wanda pudo recordar que la razón por la que se habían alejado la primera vez fué porque Natasha expresó sus sentimientos hacia ella, mientras ella tan solo se aislo por miedo a expresar sus sentimientos. Entonces y solo entonces Wanda entendió que Natasha tenía razón; ella siempre había sido la que había dado el primer paso en su relación.

Porque Natasha podía ser egocéntrica, y egoísta, sobretodo competitiva. Pero cuando se trataba de Wanda, ella luchaba a ganar con dientes y garras.

Entonces lenta e inconscientemente, su mano se dirigió hacia la caja de pastillas a su lado, decidiendo tomarse dos de una sola vez, sin necesidad de pasarlas con ningún tipo de líquido.

Y se quedó allí, boca arriba en medio de su cama dejando que los somniferos hicieran efecto en su sistema para ignorar el inmenso dolor que sentía en su corazón.

~*~

— ¿Wanda?

Ahora ambas se encontraban otra vez en Bear Mountain.

— ¿Talia? ¿Qué haces aquí de nuevo? — Wanda se levantó de su posición en el suelo quedándose de pie a unos metros de ella.

Natasha observó la vestimenta de Wanda, un poco distinta a la que solía usar. Ella llevaba un vestido blanco floreado y sin calzado.

Parecía muy pacífica para ser Wanda.

Demasiado pacífica.

— ¿Me dirás que es éste lugar? — dijo Natasha en voz baja, rascándose la nuca.

— ¿Acaso no lo reconoces? — Wanda replicó.

— Sé que es Bear Mountain, pero... — Natasha levantó sus brazos mostrando el lugar. — Pero de alguna manera no lo es.

— Estás en el lugar de los sueños perdidos. — Wanda respondió. Le dió la espalda y se acercó hacia el río colocándose de pie sobre la corriente.

— ¿Sueños perdidos? — Natasha frunció el ceño, caminando hacia ella.

Wanda le dió un asentimiento con la cabeza.

— Hace mucho tiempo no volvía a éste lugar... Nadie más que yo había estado aquí antes. — Wanda murmuró observando los peces nadar alrededor de sus pies. — Tampoco solía ser Bear Mountain, antes era Sokovia.

— ¿Y cómo se supone que llegas a éste lugar? — Natasha preguntó con cuidado, observando el rostro melancólico de Wanda.

— Tienes que estar lo suficientemente roto para volver a éste lugar. — Wanda murmuró, esbozando una sonrisa agridulce. — Tienes que...

Natasha frunció el ceño al notar cómo Wanda prefirió dejar de hablar.

— Recaer... — Natasha completó, sintiendo como los latidos de su corazón palpitaban con fuerza contra su pecho en una guerra contra su respiración. — ¿Recaíste?

Wanda no respondió, permaneció en silencio sin inmutarse ni apartar la vista de los peces nadando en círculos.

Finalmente asintió levemente encontrando los ojos de Natasha.

La respiración de Natasha se quedó atascada en su garganta, prohibiendo la salida de su voz.

Malysh, yo...

— Debes irte. — Wanda la interrumpió. — No perteneces a éste lugar.

Natasha tragó en seco obligandose a dejar a un lado su nerviosismo.

— Entonces ven conmigo.

Wanda volvió su cabeza hacia el río y negó.

— No. — espetó. — Yo siempre perteneceré aquí.

Natasha intentó correr hacia ella y tomarla de la mano pero todo el ambiente en su alrededor comenzó a esfumarse volviendose humo al igual que Wanda.

Natasha despertó sobresaltada sobre su cama. Su pecho subía y bajaba con fuerza, su cuerpo se sentía sudoroso y su cabeza iba a mil por minuto reproduciendo el sueño que acababa de tener.

Comenzó a reponerse mirando el reloj junto a ella.

4:16 AM.

Su mirada la llevó instintivamente hacia la ventana de Wanda. Todavía cerrada, al igual que su corazón para Natasha.

— Vamos, Wands. No puedes recaer ahora, bonita.

TODAVÍA LA RARA | Wandanat. #2 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora