Capitulo 15

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Al día siguiente Natasha despertó con la camiseta de 'Only the brave' que le había prestado a Wanda el año pasado al pie de su cama.

Habia hecho muchas bromas sobre cómo ella se la había robado, muchas bromas sobre cómo no vería nunca más la camiseta de nuevo. Pero ahora la tenía frente a ella, no tenía idea de que tenerla devuelta le dolería tanto.

Natasha no fué al colegio ese día, tampoco al día siguiente, ni el resto de la semana. Sus padres todavía estaban deliberando su decisión sobre dejarla continuar sus clases o trasladarla a otra institución. Pero tan solo la mínima idea de tener que pasar el resto de su último año escolar aún allí le causaba ansiedad.

Ella era Natasha Romanoff, ¿Con qué derecho todas éstas personas la hacían sentir así? Había pasado cosas peores como emigrar, el prácticamente abandono de su madre, el divorcio de sus padres, la falta completa de recuerdos de su infancia y la enfermedad de su abuelo.

¿Por qué le importaba tanto lo que unas personas que no la conocían pensaran de ella?

— ¡Natalia, ven aquí! — Su padre la llamó desde abajo.

Natasha gimió contra su almohada. Si bien estaba cansada de las cuatro paredes de su habitación no se sentía completamente segura de si misma para salir al mundo real, porque siendo sinceros. ¿Qué podría pasarle si no salía de la cama?

Salió de su cama y bajó las escaleras a regañadientes con su pijama de tres días. Su padre hizo una mueca cuando la vió.

— ¿Desde cuándo no te bañas?

— ¿Importa? — Natasha gruñó de mala gana. Odiaba estar enojada y tratar así a su padre, no era justo tratar así a una de las pocas personas que había estado para ella. Pero últimamente lo único que podía sentir era ira.

Iván suspiró estirando su brazo para entregarle un sobre.

— ¿Qué es esto? — Natasha levantó una ceja examinando el sobre en sus manos.

— Es el dinero que vas a pagarle a Anthony Stark. — su padre respondió y Natasha levantó sus cabeza de golpe.

— ¡¿Qué?! — chilló con horror. — ¿Cómo conseguiste el dinero?

— De una forma no tan sucia como la tuya... Vendí el auto.

Natasha bajó su mirada al entenderlo.

— ¿Que? — murmuró avergonzada. — Papa tú auto... Es lo único que nos quedaba...

Él asintió con tristeza.

— Tenemos que hacer las cosas bien, Natalia. El tratamiento que le compraste a tu abuelo no está funcionando, me temo algún día despertar y tener que darte la noticia de que se ha ido.  Él está muy mal, y lo único que puedes hacer ahora es estar ahí para él.

Natasha volvió a su habitación con la cabeza gacha pensando en cómo las cosas cada vez se hacían más difíciles. Tenía un nudo en la garganta que intentaba alejar, no quería llorar, había pasado demasiado tiempo haciéndolo durante la última semana.

Al volver a su habitación, se encontró la sorpresa de que la ventana de Wanda estaba abierta. Sin ganas de tener que verla se acercó a la suya para cerrarla pero justo Wanda entró en su habitación conectando su miradas. Se quedaron un segundo en esa incómoda posición hasta que Wanda levantó un dedo en señal de espera.

Natasha suspiró sabiendo lo que harían. Se volvió hacía su escritorio y tomó el marcador acrílico y su pizarra para escribir.

Wanda tomó su bloc y comenzó a escribir.

¿Por qué no haz ido a clases?

Natasha suspiró escribiendo algo.

Porque ya no quiero estudiar allí.

Wanda frunció el ceño.

¿Por qué, mami ya no puede protegerte?

Natasha la miró con frialdad y volvió a escribir.

De perras como María, Valkyrie y tú, no puede.

Wanda rió con molestia negando con la cabeza.

Tú besaste a Valkyrie. ¿Sabes el caos que se formó en el colegio? Hay muchos rumores sobre tu desapareción.

— Corrección, yo no besé a Valkyrie. Ella me besó a mí.

Wanda entrecerró sus ojos considerando si creerle.

¿Y la foto también fué juego de ella?

Natasha blanqueó los ojos cansada de esto. Wanda le había dejado en claro que no eran novias, no eran amigas ni eran nada. ¿Por qué tendría que dejarle explicaciones?

¿Por qué te importa?

Wanda no estaba segura de qué exactamente la poseyó en el momento. Quizá fué la adrenalina, el enojo, o quizá era la droga en su cuerpo.

Porque rompiste mi corazón, idiota.

Natasha se tensó, Wanda no apartó la mirada de ella cuando mostró su bloc de notas. Agarró su marcador y escribió con rapidez.

Tú rompiste el mío primero, ¿Recuerdas?

Wanda se puso rígida al leerlo. Natasha le dió una última sonrisa falsa y cerró su ventana con enojo.

Wanda había roto su corazón primero. Porque cuando la apuesta ocurrió, quizá Wanda tuviese un crush en ella pero no eran exactamente conocidas y mucho menos estaban enamoradas. Sin embargo, Natasha podía enumerar la cantidad de veces que Wanda había huido de sus sentimientos, la cantidad de veces que Natasha expresó lo mucho que la quería y ella la evadió.

Quizá Natasha estaba equivocada, pero no era la única.

TODAVÍA LA RARA | Wandanat. #2 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora