Que Nadie Se Entere

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—¡Iván, pone los platos, dale! — gritó la señora Buhajeruk, mientras colaba los fideos.

El pelinegro salió de su pieza, vestido y arreglado. No tan elegante, pero bastante fachero.

Puso los platos y cubiertos en la mesa, después los vasos, y después todo lo que faltaba.

Sus padres estaban corriendo por toda la casa. Siempre lo hacian cuando habían visitas.

Amigos de ellos vendrían a cenar, y la casa debía estar impecable. Todo en su lugar, todo acomodado, la comida lista y en la mesa. Solo faltaba que las visitas llegarán a la casa.

Tocaron la puerta. Silvia corrió a abrirla, y saludó a la pareja amiga y a su joven hijo.

Se sentaron en la mesa, charlando y comiendo, riendo y bromeando. El par de jóvenes adolescentes callados, comiendo en silencio y aburridos, escuchando a sus padres hablar y no cerraban la boca. Les hacían preguntas, ellos solo asentían desinteresados.

Cuando terminaron de comer, el señor Buhajeruk dijo: —¿Por qué no vas a mostrarle a Rodrigo tu pieza? Así no se aburren acá.

Iván miró de reojo al de ojos verdes, y asintió.

Ambos fueron a la pieza y se encerraron, mientras escuchaban las ruidosas carcajadas de sus padres.

Era muy incómodo a decir verdad. Iván no era un pibe para nada tímido, por lo contrario, siempre hacia los mejores comentarios en el momento correcto. Al parecer este no era para nada un momento correcto, ya que no tenía nada para decir.

—¿No tenés tele acá? — escuchó preguntar a Rodrigo.

—No, pero tengo compu — respondió seco.

Vio a Rodrigo sentarse en su cama, mirando toda su pieza con curiosidad. Lo hizo sentir más incómodo aún, que mirara todas sus cosas no era nada cortés, según él.

Iván se sentó en el puff que habia en el piso, un poco alejado de la cama.

—Tengo consola también — dijo, agarrando la consola de videojuegos que estaba en la mesa de la computadora.—, si querés jugar.

Rodrigo se levantó de la cama, y se sentó en el piso junto a Iván.

A los quince minutos se aburrieron de jugar. Claro que mientras jugaban, reían, hablaban y todo. Pero solo era un juego absurdo para pasar el rato.

—Bueno...— murmuró Iván, removiendose en el puff —¿Tenés novia?

Rodrigo lo miró con algo en sus ojos verdes, capaz impresión.

—No, no — dijo negando y soltando una pequeña risa —.Solo curiosidad, y para conversar de algo.

Rodrigo rió.

—No, no tengo novia. No me interesan.

—A mí tampoco — murmuró sonriendo —Tuve una novia por un mes, pero ella se aburrió de mí, y terminamos.

—¿Y lloraste? — preguntó con diversión.

—Nah, se lo agradecí, yo tambien estaba aburrido — Rodrigo volvió a reír, y también Iván —Posta.

—Igual, no es que no tenga novia porque no me interese andar de novio — dijo cuando dejo de reír.

Iván lo miró con duda, pero todavía sonreía.

—Soy gay, amigo — soltó sonriendo sin mostrar los dientes.

Iván dejo de sonreír. Gays, ya había escuchado de ellos. No es que fuera un puto raro que no sabía lo que era la homosexualidad, simplemente jamás pensó que hablaría con alguno. A parte pensó que los gays eran bastante femeninos, al parecer no todos.

•One Shots• {Spreen×Carrera}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora