Estrellas

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—Rodrigo, ¿dónde mierda estás? — preguntó Iván exaltado, abrigandose para salir.

El día estaba frío, y había viento. ¿Qué más puedo decir? Él amaba el invierno.

—No sé — rió —Pero de verdad me gusta este lugar — admitió en un suspiro.

—¿Cómo es ese lugar? — habló con calma.

—Ehh...— la línea quedó en silencio un momento —Hay árboles.

—¿Qué más hay?

Nuevamente quedó en silencio. Iván se movía inquieto por su casa, esperando una respuesta que lo ayudara.

—Estrellas.

Suspiró pesado.

—¿Qué más? — se refregó la cara frustrado.

—Árboles — repitió.

—Ya lo dijiste. ¿Algo más? — se puso la gorra, listo para salir en busca de su amigo, aunque ni sabía dónde estaba.

—¿Ya dije que hay un lindo cielo estrellado? — rió otra vez, haciendo que el pelinegro pierda la paciencia.

—Sí, ya lo dijiste — abrió la puerta, y salió, cerrandola con llave.

—Ah, también hay pasto, y...— quedó en silencio otra vez —También hay estrellas. Son muy lindas.

—¿Son lindas? — sonrió con cansancio, pero queriendo no perder del todo la paciencia con su amigo drogado, o totalmente borracho. No sabía en que condiciones se encontraba el castaño.

—Son hermosas — rió —Quiero que las veamos juntos. ¿Vas a venir conmigo?

Después de esperar unos minutos el ascensor llegó con dos de sus vecinas de arriba. Se subió, y apretó uno de los botones que dirigían al piso de abajo.

—Sí, voy a tratar de encontrarte, idiota — bromeó.

El ascensor se cerró, y el leve moviento lo mareó un poco.

—¿Dónde pensas que estoy?

—En la plaza probablemente — supusó, pero ahora dudaba —Dijiste que hay pasto, árboles, y lindas estrellas, ¿no?

—Exacto.

Iván sonrió, ignorando las extrañas miradas de aquellas dos muchachas.

—¿Vas a venir a- a rescatarme, principito? — jodió el otro, con una voz infantil y chillona.

—Es mi deber. La princesa no se puede quedar ahí sola y desprotegida, ¿verdad? — rió con gracia.

—Chupame la pija, Iván — ambos rieron.

El ascensor frenó otra vez, dejando entrar a una chica más.

—Eu, no cortes, eh — murmuró el castaño.

—Pero tengo que cortar cuando salga a la calle. ¿Vos querés que me caguen choreando? — una chica rió disimuladamente, pero él la ignoró.

—No cortes, amigo — pidió infantilmente.—¿Vas a tomarte un Uber?

—Voy en bici — afirmó.

El ascensor frenó, y él se bajó, dirigiéndose a la puerta.

—Amigo, tengo que cortar — dijo, deteniéndose en la puerta antes de salir. No iba a exponerse a un robo, obviamente.

—Bueno. No tardes — susurró —Las estrellas están muy lindas, y quiero que vengas a verlas conmigo.

—Sí, no voy a tardar.

•One Shots• {Spreen×Carrera}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora