Como La Primera Vez

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—¡Prende la estufa que hace frío! — gruñó un Iván algo amargado mientras se removia en la cama.

Rodrigo resopló. Se levantó perezosamente de la cómoda y cálida cama, y obedeció a su esposo gruñón.

Volvió a sentarse en la cama junto a Iván, y siguió mirando la aterradora película de terror en la tele que estaba frente la cama.

En la película alguien gritó desgarradamente mientras era asesinada con frialdad, haciendo sobresaltar a Iván, sacándole una sutil sonrisa al de ojos verdes.

—¡Sabes que no me gustan las películas de terror! — chilló amargadamente.

—Pero a mí sí — respondió Rodrigo sin mirarlo, y con toda su concentración en la película en vez de a su malhumorado esposo.

Recibió un zape en la cabeza, haciendo que volteé a ver a su marido enojado.

—Entonces bájale un poquito el volumen — ordenó con el ceño fruncido.—Estoy leyendo — le recordó mostrándole el libro exageradamente.

Y como siempre, Rodrigo obedeció.

Iván tosió un poco. Tendió su mano en frente de Rodrigo y le pidió bostezando: —Pasame el encendedor y un cigarrillo.

Bueno; eso era lo único que le negaba a Iván. Lo único.

Negó, y tomó delicadamente su mano para besarla y subir sus besos por todo su brazo hasta llegar a su boca, dónde dejó un lindo beso. Rozó sus narices cariñosamente y también ahí dejó un beso.

—El doctor dijo que debías dejar eso. Te esta haciendo mierda los pulmones — le recordó, juntando sus frentes y susurrándole tierno.

El otro hizo un gesto algo infantil, pero termino cediendo fácilmente.

—¿Cuánto tiempo llevamos casados, Rodri? — preguntó curioso, apoyando su cabeza en el hombro de su marido.

Rodrigo suspiró, y con su brazo derecho atrajó más cerca a Iván, abrazando su débil cuerpo y manteniendolo cálido.

Gracias a la vejez, la memoria de Iván se marchitaba, y se volvía cada vez más borrosa y confusa, a tal punto de olvidar por completo las fechas importantes, e incluso su propio cumpleaños.

—Cincuenta y cuatro años si no me equivoco, bebé — respondió amorosamente, dejando un beso en su cabeza, y abrazándolo más fuerte, y enrredando sus piernas, no dejando ni un pelo entre ellos.

—Fuaa, ¿tanto tiempo? — preguntó atónito —A la mierda que el tiempo pasa volando, che — soltó algo bruto —Ni cuenta me di.

Rodrigo soltó una risa leve.

—¡No te rías! — protestó molesto.

Se volvieron a separar, cada uno por su lado. Iván leyendo, y Rodrigo mirando la tele.

Pasaron casi veinte minutos, e Iván apagó la lámpara de la mesita de luz, dejó el libro en la misma, y se acomodó dándole la espalda a su esposo.

Rodrigo lo miró de reojo, y lo leyó como un libro abierto, muy fácilmente.

Quiero dormír, apaga la puta tele y abrazame” leyó, y sonrió para después hacer eso.

Apagó la tele, y abrazó de cucharita a Iván, apoyando su cabeza en su hombro. El otro soltó un sonido de satisfacción, y pegó más su espalda en el pecho de su marido.

—Te amo — dijo Rodrigo en su oído.

—Yo también, boludin — murmuró, soltando una risita pequeña, y después tosió un poco.

•One Shots• {Spreen×Carrera}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora