Nenas NO

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Iván y Rodrigo eran amigos desde que nacieron, literalmente. Se criaron juntos, ya que ambas madres eran tan pero tan amigas, que se consideraban hermanas, y se veían todos los días.

Ambos infantes cumplieron doce años, y se sentían lo suficientemente grandes para al fin poder armar un lugar solo para ellos.

Cerca de la plaza, había un pastizal y a lado algo parecido a un mini bosque. En el pastizal probablemente ciertas personas se iban a drogar o algo, por eso ellos escogieron el bosque para armar su casita en un pozo grande que habían encontrado una semana antes.

Se pusieron a trabajar un mes en ese lugar, y quedaron satisfechos con el resultado.

Decoraron algunas cosas, he hicieron normas. Era un listado de lo que no se podía hacer, y sus obligaciones, ya que eso habían aprendido de la Constitución en el colegio.

Básicamente eran mierdas que para ellos eran bastante importantes, y pegaron la hoja de papel en alguna parte visible.

Un mes paso desde entonces, dónde ambos amigos se juntaban ahí a pasar el rato boludeando, jugando y hablando de muchas cosas tontas.

Iván llegó a su guarida más temprano de lo habitual, con el fin de limpiar un poco el lugar, y darle algunos toques que se le habían ocurrido en la cena.

Se sentó algo cansado y agarró el woki toki para prenderlo y llevarlo cerca de sus labios: —Eu, ¿Qué onda que no llegas, boludin? — se quejó molesto, he impaciente de esperar.—Dale, boludo — suspiró fastidiado. El woki toki de Rodrigo estaba prendido, sin embargo, él no respondía.

Apagó su woki toki y lo guardó en la mochila, la cual dejo arriba del escritorio improvisado lleno de porquerías.

Iván se levantó y se acercó a la heladerita para agarrar una speed.

Se volvió a sentar en el puf, saboreando el tan delicioso sabor a la speed, y una revista diseñada especialmente para hacerse pajas, cuya revista robó Rodrigo del cajón de su papá.

Se estremeció del susto cuando la madera de la entrada del techo fue abierta abruptamente.

Se asustó, pero se vio incapaz de moverse o al menos ocultar la revista.

Primero vio bajar a su amigo por las escaleritas hasta llegar abajo del todo. Sonrió más tranquilo, después su sonrisa de convirtió en un muy mal gesto cuando una linda nena también bajo y se quedó parada a lado de Rodrigo, mirando todo a su alrededor con curiosidad.

En un rapido y ágil movimiento, tiró la revista al piso y la tapó con algunos cómics bizarros. Se levantó molesto y se acercó a su amigo, dejando de lado a la nena.

—¿Sos pelotudo? — soltó abruptamente, y le dió un empujón —¿Por qué traes a la wachita está acá? Ella se tiene que ir.

—¿Y por qué? — respondió algo burlón y disgustado por los repentinos comentarios del más alto.

Iván lo agarró algo bruto del brazo y lo llevo en dirección donde estaba la hoja de papel, que en letras grandes y muy remarcadas, decía: “Nenas NO”

—Vos mismo lo pegaste, ¿Y me venís con esta tontita? — dijo apuntando a la nena, haciéndola sentir mal y algo avergonzada.

Rodrigo lo empujó muy fuerte, haciendo que Iván retrocediera unos pasos.

—No le digas así, ella ahora es mi novia, y vos vas a cerrar el orto, ¿Me escuchaste, taradito? — dijo muy bruscamente, mientras se acercaba a la nena y la abrazaba, aún con la mirada verde fija en él.

Iván ya no podía decir nada, mugrosas lágrimas se acumularon en sus ojos marrones por la brutalidad por parte del más bajo. Ellos jamás acostumbraban a pelear, aparte de que Iván era muy sensible y lloraba por todo desde muy chico.

Y antes de que empezará a llorar como nenita, se le ocurrió hacerse el muy ofendido y como en esas típicas películas de acción que veía con su papá, tiro todas las cosas con su brazo del improvisado escritorio. Hojas, lápices, libros, revistas, y algunos chiches cayeron al piso, asustando a la nena.

Guardo sus cosas en la mochila y salió de ese lugar sintiéndose algo más orgulloso, ya que la idea principal era llorar y salir corriendo como su hermana cuando vio a su novio chapar con otra piba.

Lágrimas reveldes empezaron a brotar, pero se las secó rápidamente y siguió caminando como si nada.

Llegó a su casa y fue derechito a su pieza. Tiró su mochila al piso, se sacó las zapatillas y el buso, y se acostó en la cama, cansado.

Se acurrucó en los alcolchados, y trato de conciliar el sueño, pero el woki toki en su mochila resonó la voz de Rodrigo algo saturada.

Iván ni se inmutó, ni se molestó en levantarse. Pero otra parte de él quería hacerlo y volver a hablar con su amigo del alma, y pedirle disculpas.

...¿Disculpas?

No, no, no. Él estaba bien, estaba en lo correcto de expresarse de esa manera. Rodrigo rompió la más importante de las reglas: Nenas NO.

Capaz si se excedió un poco, de hecho la hizo sentir mal a esa linda nena.

Pero no sé arrepentía en lo absoluto.

¿Por qué? ¿Por qué no se arrepentía? ¿No debería estar arrepentido? ¿Por qué no lo está? ¿Por qué se siente bien? ¿Por qué?

Rodrigo no parecía cesar en querer comunicarse con el más alto. Pero Iván estaba en su viaje astral, preguntandose varias cosas a la vez.

Se levantó algo vago, agarró el woki toki de la mochila y volvió a acostarse.

Lo prendió y dijo: —¿Que querés, pibe?

—¡Iván! — exclamó, aturdiendo al nombrado.—¿Seguís enculado? — que pregunta boluda, por Dios.—¿Por qué te cae mal Sofi? Es re buenita.

—Chúpame la pija, Rodrigo — escupió bruto.—Para eso no me hables, me re chupa un huevo tu Sofi.

—La asustaste, boludo — Iván sonrió victorioso. Esa era la idea —Ella se sintió mal y se fue. Estoy acá sólo — se relamió los labios, viéndose tentado a regresar.

Se quedaron callados. Ya no había más que pudiera decir Rodrigo, básicamente le cedió la palabra a su amigo, pero Iván tampoco sabía que responder.

—¿Y esperas que vaya? — se sentó en la cama, refregandose la cara, cansado.

Rodrigo no dijo nada, su silencio habló sólo, exigiendo su presencia ahí.

Iván suspiró agotado.

Si, si tenía ganas de ir, pero dos cosas estaban impidiendo que regrese.

Número 1: Debía permanecer firme.

Número 2: Estaba muy cansado.

Sólo por eso no se levantaba de la cama y corría hacia él en busca de un simple abrazo amistoso.

—Nop, quédate por ahí con tu novia, dudo que me necesites — apagó el woki toki y lo dejo arriba de la mesita de luz, escuchando aún la voz saturada de Rodrigo.

No pensaba seguir discutiendo con su amigo boludo, el cual jamás admitiría que se equivocó, que prefirió a su noviecita de hace por lo menos quince minutos que a su amigo desde mucho antes de que anduviera en pañales.

Él no lo iba a admitir, ni a pedir una disculpa. No lo iba a hacer, e Iván lo sabía.

Cerró los ojos, ignorando las quejas y protestas saturadas del más bajo.

•One Shots• {Spreen×Carrera}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora