Los Buhajeruk

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A diferencia de la familia Carrera, los Buhajeruk no eran para nada numerosos. En la mesa estaban Felipe Buhajeruk, María Fernández, y Victoria Buhajeruk Fernández.

Eran algo callados todos, pero Felipe sacaba algunos temas de conversación que se podían debatir a pesar de que fueran del laburo o la política.

¿Qué clase de familia hablaba de política en la mesa?

Sí. Solo la familia Buhajeruk.

—¿Y vos? ¿Qué tenés pensado estudiar? — preguntó Felipe, mirando a Rodrigo mientras comía.

—Ehh, tenía pensado hacer otra cosa — contestó sintiendo presión.

—¿Qué cosa? — dijo de mala gana María.

Al parecer María no estaba muy contenta de que su precioso hijo tuviera novio.

—Emm... quería empezar a hacer contenido en- en una plataforma — ambos adultos lo miraron algo confundidos —¿Conocen Twitch?

La mujer rió irónica.

—Aah, sí. Esa mierda donde los boludos se sientan todo el día en una silla a jugar jueguitos — Rodrigo tragó saliva, y volvió a mirar su plato incómodo. La mano de su dulce novio se deslizó sobre su pierna debajo de la mesa, dándole confianza y apoyo —¿Con eso pensas mantener a mi hijo?

—Nunca dijo que me va a mantener — defendió algo molesto Iván.—Yo también voy a hacer algo con mi vida. No voy a quedarme en casa limpiando y viéndolo trabajar a él solo. Quedamos en ayudarnos el uno al otro, ¿no, Rodri? — lo miró con una sonrisita, ignorando la mala mirada que le dió su madre.

La mesa quedó en silencio, y María le dió una mala mirada a ambos muchachos.

—A mí me parece bien eso — dijo Victoria, con una sonrisa.

—Sí, a mí también, pero no me cabe eso de sentarse a jugar jueguitos — dijo molesta.—Así cualquiera gana plata.

—Bueno, eso es lo que me gustaría hacer con mi vida — tomó un sorbo de agua para calmar sus nervios.

—Claro. Cada uno hace lo que le brinde felicidad — añadió la pelinegra, mirando a su madre.

—Mientras le brinde plata para vivir — también añadió Felipe, llevándose un pedacito de milanesa a la boca.

—Mientras les alcance para comer — murmuró María.

Dios, Rodrigo quería salir pronto de esa casa. Aquella mujer solo lo criticaba, y lo hacía sentir tan incómodo que prefería mil veces antes tirarse de un edificio de treinta pisos antes que estar ahí, siendo humillado.

—Yyy... ¿de dónde venís? Porque mi hermano me dijo que no eras de acá — habló Victoria.

—De Bahía Blanca, pero tengo más parientes acá que allá — contestó.

—Jamás me gusto Bahía Blanca — volvió a hablar la mujer, sacándole un suspiro pesado a Iván.—La verdad creo que es un lugar muy inseguro.

—Nunca fuimos, ma. Aparte estamos en Argentina, hay inseguridad por todas partes — contradijo la pelinegra.

—No le contestes a tu madre — regañó Felipe.

Nuevamente quedaron en silencio. Rodrigo no acostumbraba a cenar en silencio; siempre cenaba entre griteríos, regaños, risas, y calidez. Ahora era todo silencio, y lo único cálido era la pálida mano de Iván en su rodilla. La puta madre, ni podían susurrarse cosas entre ellos ya que todos en la mesa escucharían.

—¿Qué buscas de mi hijo? — preguntó la mujer.

—Busco hacerlo feliz — contestó de inmediato mirando a Iván sonreírle con ternura —También busco su comodidad, su seguridad, y su bien estar.

María hizo un gesto y comenzó a comer de nuevo, pero Felipe les sonrió aprobando la respuesta.

Rodrigo se dió cuenta de que Felipe era más blando, a diferencia de María, ella era una mujer con firmeza y se notaba la autoridad que imponía en su casa.

—Que lindo cuñadito que me trajiste, Iván — murmuró su hermana, ganándose una sonrisa de ambos.—Siempre quise tener un cuñado para molestar.

—¿Y por qué no una cuñada? — dijo su madre con duda.

—Porque las cuñadas siempre son re hijas de puta — protestó ella.

—¿Y cómo sabes? Nunca tuviste una — cuestionó nuevamente la mujer.

—Me dijeron que las cuñadas son re zorras. La cuñada de M-

—Bueno, cambiemos de tema mejor — sus dos hijos y su marido la miraron mal, pero siguieron comiendo.—Rodrigo, ¿era tan necesario que convirtieras a mi hijo en un homosexual?

—Eh-

—¿Podés dejar de incomodarlo, por favor? — interrumpió Iván mirándola con el ceño fruncido.

Ella rió con ironía

—¡Bueno, perdón! No busco incomodar al joven — dijo entre risas.

—Sí, se nota — murmuró Victoria.

—Última vez que te lo repito. No le contestes a tu mamá — advirtió el hombre.

—Solo digo, Rodrigo, que Iván estaba muy bien antes de convertirse en un gay. Él era feliz, estaba cómodo, y estaba perfectamente bien — recalcó ella —No estoy diciendo que ahora no lo esté, pero antes de conocerte también estaba bien con nosotros, y le gustaban las mujeres como cualquier hombre normal.

Iván golpeó la mesa con sus manos y se levantó de la silla.

—Muy rica la cena la verdad, pero nos vamos llendo — afirmó, agarrando de la mano a Rodrigo y levantandolo de la silla también —Muy lindo todo, eh. Las preguntas, las conversaciones y todo eso bastante bonito, ma.

—¿Ya se van? — preguntó Felipe.

El pelinegro asintió sonriendo con falsedad poco disimulada.

Se dirigieron a la puerta siendo seguidos por Victoria y Felipe, quienes se querían despedir de ellos. María solo se quedó sentada sola en la mesa, comiendo con normalidad. Salieron de la casa los cuatro, y Felipe les sonrió con tristeza.

—Ya sabes como es ella — dijo, abrazando a su hijo —Ya se le va a pasar. Tenele paciencia.

Iván suspiró más aliviado.

—Vos también tenele paciencia a mi mamá — Victoria le dijo al castaño.—Ella es así.

Rodrigo les sonrió al igual que Iván.

—Un gusto haberte conocido, Rodrigo — el hombre extendió su mano y las estrecharon con firmeza.—Espero que cuides a mi hijo.

—Sí, sí. Quédese tranquilo — dijo el castaño, sonriendole.

Se saludaron sonrientes y se subieron al auto en dónde Iván dejó escapar un suspiro largo y pesado. Por la ventanilla vió a su hermana y a su padre entrar nuevamente a la casa.

—Perdón — dijo de inmediato Iván para luego inclinarse y darle un beso —Por eso no quería que vengas. Perdón si te incómodo mucho.

—No me pidas perdón, no hay problema, bebé — le devolvió el beso, dejando que su mano recorriera esos rulos pelinegros.

—¿Vamos? — preguntó contra los esponjosos labios de Rodrigo.

—Vamos — afirmó.

La cena fue horrible, se notó mucho, pero después de todo le cayó bien a al menos dos integrantes, y con eso se sentía satisfecho.

•One Shots• {Spreen×Carrera}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora