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Más tarde, en ese mismo pueblo, un poco al este, al lado de un pequeño río de agua cristalina, estaba una pequeña casa donde vivía Fluttershy y su compañera de vivienda, Rainbow Dash. El ambiente general era tenso para ambas, ahora sentían que, si salían al pueblo, cualquier cosa mala podría llegar pasar, un miedo justificado. Fluttershy se quedó en la casa, curando y desinflamando sus heridas, mientras Rainbow Dash estaba en el santuario de animales, dando un ligero cuidado a los que habían quedado. La mayoría se fueron hace días, ya que no recibían la atención tan enfocada que Fluttershy les solía ofrecer, incluso esta misma se los dijo, dijo que iba a estar ocupada en el cuidado de su amiga, y por lo tanto las atenciones iban a disminuir. Gran parte de ellos se retiraron al momento de oír el aviso. A la parte restante de ellos no les importó, y se quedaron a pesar de todo, mayormente eran pajaritos de bosque y algunos exóticos. Otros animales que se quedaron fueron Sandra la loba, la familia Smoky, conformada por 3 mapaches, y cómo no, Harry el oso, quien hacía guardia a veces fuera de la casa de Fluttershy cuando se sentían inseguras. Angel una que otra vez cambiaba de vivienda, ya que la presencia de Rainbow Dash lo incomodaba, así que era algo difícil de ver, aunque Fluttershy le dejó de dar tanta importancia, podría haber otra razón para sus ausencias ahora, una más tétrica.

Dash llenaba los comederos para aves, antes de venir se dio un baño rápido para quitarse la ceniza que la había cubierto, su crin aún estaba un poco húmeda, y llevaba su sudadera azul. El santuario se sentía vacío, aunque desde otra perspectiva, se vería pacifico. Ella terminaría, y bajaría de la escalera en la que estaba, teniendo cuidado de no caer, un cuidado algo excesivo. La asistente de Fluttershy, la veterinaria Fauna, dejó de llegar por pedido de Fluttershy, ya no sintió la necesidad de sus servicios. La pegaso celeste bajaría por una pequeña escalera de piedra y dejaría la bolsa con semillas a un costado del camino. Sandra dormía echada sobre una almohada, ella dormía en una pequeña cueva artificial en el santuario.

—¿Todo bien? —Dash se acercaría a la loba, quien se alimentaba a base de manzanas, y acariciaría su pelaje levemente.

La loba se despertaría, y adormilada abriría sus ojos negros, para ver a la pegaso y sonreírle, curiosa.

—Buena chica. —La peliarcoíris la seguiría acariciando, con su casco tembloroso, sentándose a su lado. Sandra no se había ido dado que era muy pequeña, del tamaño de un perro. Creció sola, y sin manada, irse supondría su muerte, y para ser honestos, ella vivía bien ahí. Mientras Dash la acariciaba, esta misma pensaría en la gran cantidad de animales que una vez hubieron ahí, o pudo haber habido en un futuro, un paraíso para animales pacíficos, que no se pudo concretar por completo. Casi era el final de la mañana, y a pesar de los eventos recientes, verdaderamente parecía que iba a ser un lindo día, estaba bastante despejado, solo un poco nublado, y con un viento fresco y suave. Al estar algo lejos del pueblo, no olía a humo, y no se veía, dado a que el viento soplaba en otra dirección.

Ella se sumiría en sus pensamientos, mientras con su brazo frotaba la cabeza peluda de la loba, entre sus orejas, donde su pelo era cuidado, sedoso y relajante. Sandra también se sentaría, viendo a Dash. Ambas ya se habían visto, cuando Fluttershy les iba a dar comida Dash venía junto a ella, o a veces, como ahora, solo venía Dash. Sandra sonreiría, para darle una ligera lambida a la mejilla de la pegaso, y volverse a recostar, reposando su cabeza sobre sus patas delanteras.

—Es bueno tener a alguien imparcial —La pegaso sonreiría ligeramente, viendo a aquella loba, Dash no había perdido las ojeras por completo, disminuyeron, pero no habían desaparecido—. Allá afuera todo es un caos —dijo, sonriendo, solo disfrutando la calma, que sabía que se acabaría. Aun así, la pegaso sentiría la ventisca fría en su rostro, a lo que, en calma, cerraría los ojos, y daría una gran respirada de aire fresco, para suspirar. En todo el transcurso de la mañana había decidido que ya no combatiría los problemas, solo los evitaría, e ignoraría. Mentalmente, acababa de admitir que la ignorancia era la clave para su paz.

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⏰ Última actualización: Oct 05, 2023 ⏰

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