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Leonard paseaba por su habitación mordiendo su uña con angustia.
Los días habían pasado y no podía hablar con Cory porque este desconfiaba totalmente de él. Lo evitaba a toda costa, cosa que ponía a Leonard y a su lobo completamente tristes.
Todo esto pasaba por las estúpidas palabras del signo de tierra ex pareja de él.
—Maldita sea, Teivel. Esta vez sí que te pasaste—murmuró en un bufido indignado.
De verdad, estaba indignado de lo que había hecho este en el casino.
Es que en serio, no le mentía a Cory, su corazón si latía al estar con él. Su lobo se movía de forma entusiasta en su pecho cuando el signo de tierra bajito lo miraba aunque sea de reojo.
Sí, le había rogado a Teivel volver, pero cuando vio a Cory en el instituto con esa sonrisa tan linda característica de él, pensó que era un idiota por rogarle a alguien que ya no lo amaba.
Había amado a su ex novio, claro que lo había hecho, en su momento, pero ahora que lo pensaba era una relación sumamente tóxica.
Bufó con fuerza de nuevo, tomó su teléfono y sonrió con malicia.
—Veamos si esto te gusta, cariño—masculló soltando una tosca risa.
Se acostó y espero que el caos comenzara.
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Los mensajes en el teléfono de Teivel lo despertaron. Vio la hora indignado pero no pudo alegar porque solo faltaba un minuto para que sonara su alarma.
Tomó su teléfono y se fijó en los muchos mensajes en los que Gisly lo nombraba a través de su grupo llamado "Macarenas" en donde estaban los tres.
En el mensaje decía:
"TeiTei ¿viste lo que publicaron de ti?"
"En el foro"
Teivel se restregó sus ojos medio dormido y confundido.
—¿Ahora que estupidez pasó?—se preguntó tomando su computadora y abriendo el foro, al actualizar la página, su sangre se heló...sus ojos se agrandaron y casi dejó de respirar—¿Qué mierda?—al ver los comentarios de los alfas en su mayoría y empujó su computadora dejándola al borde de la cama.
Sintió como su teléfono se llenaba de notificaciones al estar tan enojado lo arrojó al costado de su cama con un sonido sordo.
Sobó sus sienes completamente furioso.
Respiraba con agitación, pensando en qué hijo de puta pudo haber sido tan imbécil de haber subido esas fotos.
—No, no hay forma de que alguien más las tenga—masculló con el ceño fruncido.
