Capítulo Extra (Rick)

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¡Les recomiendo escuchar la canción antes de leer el capítulo!

Escuché a Lizzie gritar y sabía que estaba a punto de llorar, pero me había contenido. Ella estaba al límite y ¿yo?, estaba peor que ella. Me había vuelto un estúpido y...estaba llorando. Ambos lo estamos y sinceramente, no sabía qué y mi mente se sentía, nublada y cegada. Dudé un momento y exhalé con fuerza, intentando decir algo más. Mi cuerpo se agitaba y sentía el rastro de las pocas lágrimas de mi rostro.

—Yo...—intenté hablarle pero ella no me dejó.

—No quiero tus malditas disculpas ni las justificaciones, del porqué lo hiciste, tú por amor. ¡No lo fue! —me interrumpió agitada. — Nada de esto es amor, ¡es pura manipulación y mentiras! —me gritó. Ella exhaló con fuerza y noté que sus uñas se volvían garras y me estaba gruñendo. Lizzie estaba perdiendo el control— ¡Déjame en paz! ¡No quiero estar contigo!

Sus nuevos ojos —color violeta —, me miraban como si fuera una presa y ella estaba a punto de matarme. Lizzie estaba furiosa, y dolida por lo que le había dicho. Su corazón bombeaba vida con fuerza en su cuerpo y era constante en mis oídos. Pero había sido la verdad, la verdad que me había carcomido por casi dos días; tal vez pude haberme quedado callado y fingir que no sabía nada, sin embargo, había demasiadas emociones y mis visiones fueron correctas. Lizzie se estaba conteniendo, aunque ¿hasta qué punto? Era obvio que iba a explotar de dolor y decepción, por mí. Había sido mi culpa pero era mucho más que eso.

Dudé de nuevo, en irme y dejarla. Me había dicho que era un mentiroso y un manipulador, por haberla salvado y ¿solo por mi conveniencia? Había sido un estúpido. Tuve una sensación de desvanecimiento pero mis pies se movieron, hacia el otro lado del bosque y dándole la espalda a Lizzie. Ella gruñó y me detuve para verla una última vez y dar una mirada de pena y dolor. Quizás la última, por el momento. Tragué la poca dignidad que me quedaba, antes de hablarle.

— ¿Lizzie? —susurré. — Espero...que algún día me perdones...y te deseo lo mejor en tu nueva vida, aunque no esté a tú lado —murmuré. —En serio...lo siento...

— ¡Déjame! —me gritó antes poder terminar

Entonces, desaparecí en el bosque, casi huyendo como el cobarde que era. Sabía que ella querría mis disculpas o justificaciones por lo que había hecho, más hacia ella. Le había salvado la vida pero le había quitado las esperanzas y sueños. No quería dejarla así; herida, dolida y desecha pero ahora me odiaba. Me detestaba...y por buenas razones. Di algunos pasos en la tierra y hojas del bosque, antes de salir como una bruma entre el follaje verde. Me moví al sentido contraría de la casa de Lizzie y estaba yendo hacia la mía; mi pecho se sentía apretado y tuve una sensación...inquieta en el estómago. Corrí un poco más siendo una sombra entre el follaje. Exhalé con fuerza cuando me detuve.

Resoplé, sintiendo que mi cuerpo se sentía pesado y una sensación punzante se me clavaba en el pecho. Exhalaba e inhalaba, haciendo un sonido agudo, saliendo desde lo más hondo; como si no pudiera respirar. Me detuve, sintiendo la presión en mi pecho y los olores que había a mí alrededor; junto a los chillidos de los animales hasta el latido de corazones y mí agitada respiración. Hasta el olor intenso del sándalo, que yo mismo desprendía de la ropa. Y entonces, comencé a llorar como un idiota; las lágrimas salieron solas y solté un sollozó. Caí al suelo derrotado y me sentí miserable ante todo esto. Las lágrimas surgían solas mientras gemía y sollozaba; era demasiado.

Lizzie me odiaba y había sido egoísta por haberlo. ¿Acaso había sido un error salvarla o mentirle? No, había sido peor la mentira que el mismo acto, aunque por esa mentira, ella estaba con vida. Me sentía...vacío y sin esperanzada; la desesperación y el miedo habían hecho que actuará por mis propios motivos y mis malditas premoniciones, también habían jugado parte de esto. Soñar que moría, fue mi peor pesadilla hecha realidad y tomé una decisión, para poder evitar su destino por la amaba. Realmente amaba a Elizabeth y había soñado que estaríamos juntos para siempre. Pero no fue así; nada lo fue cuando supe de su muerte a manos de Bertram. Gruñí al imaginar su rostro. No debí haber bajado la guardia.

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