Capítulo 7: La confrontación

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Pensaba que Rick seguiría gritándome, pero en cambio se había echado al suelo y estaba sentado. Yo estaba en su cama, sentada y esperando a ver qué ocurría. También creía que sus gritos llamaría la atención de su hermana, y Cleo no había aparecido. ¿Seguiría en la puerta? Era posible, conociendo cómo era ella aunque una pequeña parte de mi deseaba que no. Quería resolver esto sola y no quería que nos interrumpiera ni tampoco mi hermano, pero estaba seguro que él estaba con Madison. Respiré y apreté mis manos. Miré a Rick. Se había sentado con las rodillas juntas y separando los pies y sus nalgas descansaban en el piso. Cerró los ojos un momento y jadeó. Me miró con una mirada intranquila.

— ¿Qué haces?

Virasana—murmuró y después añadió: — Postura del héroe. Es una postura de yoga.

— ¿Por qué?— inquirí cohibida

Sentí un escalofrío al ver sus ojos miel.

—Fue idea de Vanessa—me dijo abrumado. —Me sugirió hacer posturas de yoga para ayudarme. Al principio creí que era una estúpida idea, pero ayuda. A veces.

— ¿A veces?—repetí. —Rick...

Levantó una mano y me callé. Exhaló con brusquedad y pasó la mano por su revuelto cabello rizado, estaba revuelto. Volvió el silencio, dejó de hacer la postura de yoga, apretó las manos en el suelo, sin mirarme.

Respiré y esperé.

—Me sentí muy mal cuando te fuiste —murmuró. — Mi familia me advirtió sobre pedirte matrimonio. Pensaba que era una broma para ti, que pedirte matrimonio era una tontería y que tu familia me mataría. Pero yo estaba seguro y lo había pensado por un tiempo. Quería protegerte y estaba tan feliz por hacerlo y realmente quería. Verdaderamente quería que nos casáramos, Elizabeth—me explicó con decepción en su voz

Suspiró.

—Después de eso me volví loco, ¿sabes?—repuso. — Corrí por el bosque, lloré y grité e hice un berrinche. Y no sabía qué hacer, y fui hacia algunos pueblos cercanos. Pero sabía que no podía estar cerca de las personas estando en el modo en que me encontraba. ¿Y sabes que hice? — lo miré atenta. — Mate animales. ¡Estúpidas mascotas en los pueblos circundantes! Estaba tan furioso y no sabía qué más hacer para resolver, aunque sabía que si volvía todos trataron de ayudarme —murmuró. — ¿Y sabes por qué? Por eso tuve visiones de ello. No quería ver sus rostros llenos de compasión y lástima por mí, Lizzie—se rio. — ¡No quería que me tuvieran lástima! —chilló y apretó las manos. Resopló luego añadió: —Porque ellos sabrían que tenían razón en advertirme sobre todo.

Apreté los labios.

— ¿Sobre qué?—pregunté. A pesar de los nervios mi voz estaba serena.

Rick levantó la mirada. Sus ojos miel estaban oscuros, había dolor en ellos y su labio temblaba.

—Sobre pedirte matrimonio. Sobre lo difícil que sería pedírtelo —repuso con dolor. —Estaba demasiado ilusionado y confiado, de hacerlo. ¿Y sabes cuál es mi error?

Negué con la cabeza y pareció decepcionado. Hizo una mueca severa con la boca.

—Creer en ti, Lizzie —me señaló.

Tomé toda la fuerza, que logré en ese momento y me levanté. Rick hizo lo mismo y caminé hacia él. ¡Dios! ¡Yo era unos centímetros más alta que él!, pero logré sostener la mirada. Ambos nos miramos y mi corazón empezó a latir cómo loco.

—Me mires así, Elizabeth — masculló

— ¿Cómo?—murmuré, inquieta

Lo observé y él frunció el ceño.

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