Capítulo 21: Un paseo animado

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La película era a las siete de la noche, pero eran las cinco, todavía teníamos tiempo para hacer. Sean tenía un estilo deportivo; iba con pantalones color verde militar, una sudadera negra con el nombre Adidas y unos viejos Nike. Su cabello marrón claro, estaba más revuelto pero recortado, cómo en punta o de varias direcciones. El cine estaba al otro extremo del pueblo, en la otra salida pero cerca de ella; tomaría unos cuantos minutos llegar ahí.

Mientras íbamos avanzando, Sean no habló mucho ni yo tampoco, no había tensión pero había algo. Pero no sabía que era. La camioneta estaba en crucé, cuando aceleró un poco y la señal estaba en rojo.

— ¡Cuidado, Sean! — exclamé y él reaccionó. Freno en seco cuando se nos atravesó una SUV Nissan de color rojo.

Sean gruñó y tocó la bocina. Sentí el empujón del freno y agradecí de tener el cinturón de seguridad. Miré por el parabrisas y vi cómo la SUV se iba, pero lo miré a él, parecía estar concentrado en la calle, pero creo que su mente estaba en otro lado. Él no parecía ser una persona con mal carácter, y aunque tenía casi dos meses conociéndolo, quizás había más cosas que conocer de él. Él apretó el volante y se mordió los labios. Parecía algo tensó. Suspiré.

— ¿Estás bien? — le pregunté

Sean me miró y disimuló una sonrisa.

—Sí — respondió él. —Lo siento, tengo muchas cosas en que pensar. ¡Además, no vi a ese idiota! —comentó con risa

Hice una mueca.

— ¿De verdad? — pregunté. — ¿Qué ocurre?

De reojo, él me miraba pero también en la calle. Todavía había claridad y gente y autos en la calle. Miré su perfil, a pesar de tener músculos era algo delgado. Conté tres respiraciones, cuando Sean por fin dijo algo y se lamió los labios. Parecía que estaba liberando tensión.

—Algunos problemas con papá y su trabajo —comentó.

—Oh —murmuré. —Pero ¿estás bien con eso de su trabajo desde casa?

Sean se encogió en hombros.

—Uhm, sí —repuso. —Cuando mamá enfermó estaba mal, pero después de que muriera se puso peor —afirmó. —A veces peleamos —dijo con un suspiró.

—Lo siento —murmuré e hice una mueca.

Él continuó manejando y me miró.

—No te pongas mal por eso —me indicó. — Además, la idea de mudarnos fue mía, Liz. Y llegó justo en el momento en que a mi padre, le dieron una oferta de trabajo en casa.

— ¿En serio?

Sean asintió.

—Ya veo —murmuré

Los dos sonreímos y Sean volvió a poner música, después de unos minutos en silencio.

***

Faltaban cuarenta minutos para ver la película, y aunque habíamos llegado hacía rato, estuvimos hablando de algunas cosas. Platicar con Sean era fácil. Pudo haber dejado la camioneta, casi en la entrada del cine pero quisimos ir caminando hasta allá; eran dos calles para llegar. Era cerca. Me detuve. Miré hacia el cielo mientras íbamos al cine; el cielo se estaba poniendo de color anaranjado con ligeros toques rosados y con el fondo azul del cielo. Y algunas nubes pasaban.

Me hubiera encantado verlo desde las montañas, porque sospechaba que debía verse hermoso. Entonces, recordé. Una vez Rick me llevó en su espalda, cargándome cómo si nada y llevó hacía las montañas, para ver el atardecer. Había sido un recuerdo feliz. Me toqué el estómago como si estuviera comido algo pesado. Hice una mueca y traté de respirar. A pesar de todo, aún era consciente sobre los recuerdos que tenía de Rick, en mi mente. Aunque había sacado algunas cosas que él tenía en la habitación (fotos, un juguete de feria y algunas cosas que me había comprado) y hasta había borrado de la laptop dos o tres, que canciones que Rick me había colocado y algunas fotos.

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