CAPÍTULO 8

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—No iré al club hoy, estaré en una fiesta o algo así.

—Vale, no te preocupes.

—¿Quieres venir? Voy a aburrirme, es fiesta de mis padres. Colecta de dinero para un hospital nuevo en el sur de la ciudad.

—P-pero es algo tarde...

—Te espero, no va a venir nadie más.

—¿Estas intentando coquetear conmigo, Chase Carter? —reí sintiendo mis mejillas arder.

—Señorita Fossey, ¿le gustaría hacerme compañía esta tarde en mi...? —supuse que miro a lo que hacía —. No sé qué es esto, hay mucha tierra y ferias...

Solté una carcajada, divertida.

—Date prisa, quiero que me saques de aquí con esos besos que tu conoces.

—Uhm, una propuesta tentadora —murmure al teléfono rojo de mi taller.

—Me tienes entero para ti, en tu lugar lo aprovecharía.

—Vale —sonreí viendo la moto gris de mamá estacionada afuera —, ahora voy.

—Rápido, me voy a desmayar, señorita Fossey, un beso hará que resista ¡De prisa!

—Adiós, marciano.

—Con cuidado mi rockstar, que, si te pasa algo, te revivo como a Frankenweenie.

—Vale —volví a reír colgando el teléfono.

Tome las llaves del taller, mi bolsa y una vez que le puse llave a la puerta y termine de cerrar el taller, subí a la moto. Conduje a la dirección que me mandó por el teléfono, acelere un poco hacia un semáforo en el que termine parando.

—ROSELYN —escuche que gritaron.

Gire a ver asustada. Podía sostenerme con una sola pierna en la moto, lo que a Chase le resultaba muy sencillo porque se sostenía en dos. Suspire buscando algún rostro conocido, pero era tan solo una chica con una visera y una raqueta.

—La novia de Chater —apuntaron.

Oh no, joder, no.

Salude tímida esperanzada en que el semáforo cambiara lo antes posible. Por estos días la gente se comportaba todavía peor. No podía salir ni a la esquina del taller porque alguien se acercaba corriendo a tomarme fotos. En varias ocasiones Chase y yo nos echábamos a correr alejándonos de las personas.

No comprendía porque la gente estaba tan obsesionada con nosotros.

Bueno... si lo entendía, es que él había salido campeón y llevaba la delantera, por lo que su nombre era el más notorio en el país. Le quedaba enfrentarse a unos diez más para llegar a competir en la capital de tenis y luego ir a Londres.

Londres era mi sueño, lo cual él no sabía y no planeaba decirle. A Chase no le gustaba Londres, es lo que me decía cada vez que lo acompañaba al entrenamiento. Según él era por la presión.

Acelere la moto antes de que se me acercaran a pedir fotos, las cuales ya me estaban haciendo hace treinta segundos. Me apresure a seguir la dirección evitando semáforos y sobrepasando vehículos de cualquier tamaño. Hasta que por fin estacione en un jardín gigantes con tiendas a su alrededor donde vendían comida y juegos.

Era una feria. Así de simple.

Al fondo el cartel de colecta para el hospital nuevo a nombre del padre de Chase brillaba con gigantes luces blancas. Y un hombre disfrazado de vaca.

Baje de la moto hacia el interior de la feria. Iba de lo más sencilla comparado a lo que esas personas usaban. Estaba con un top que tan solo me cubría las tetas, unos shorts, una camisa abierta y unas sandalias de cuerdas hasta la pantorrilla. La gente se me quedaba mirando porque ahí todos llevaban prendas carísimas y elegantes.

La chica del teléfono rojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora