CAPÍTULO 12

2.7K 129 11
                                    

nota autora:

Mil perdones que sea un capitulo tan largo pero es el punto medio así que llega el momento de empezar a decir adios.



Para el domingo ya habíamos vuelto a la ciudad. Jules tenía tremendo bronceado y estaba dormida sobre el hombro de Frank parada al lado de Nancy que se apoyaba con una mano en el jeep de Marie.

Cada uno fue a su casa y solo quedamos Chase y yo en medio del garaje de su casa. Paso un brazo sobre mis hombros, me dio un beso en la cien y nos pusimos a caminar por lo largo de la calle. Aplastaba las hojas caídas de los árboles, Chase se reía viendo que no me dejaba ni una sola para seguir caminando al frente.

Intentaba no pensar en lo que había sucedido con Kalani y Béatrice, a decir verdad, ninguna de las dos menciono algo sobre el tema. Siguieron actuando normal, ignorándose como siempre. Era incomodo sentir ese ambiente sin que Chase supiera.

A él no le molestaba en absoluto lo que Bruce me había dicho, solo que se ponía algo incomodo, como celoso cuando mencionaba el nombre de este sin razón aparente. No eran unos celos terribles, eran algo graciosos.

Ya íbamos a terminar de darle la vuelta a la manzana cuando decidió apretujarme contra su cuerpo. Frene para acomodar su gorra azul. Chase me dio una miradita que me sacó una sonrisa, me guiñó el ojo y le di un leve empujoncito acomodándome en su agarre.

—¿Qué hacemos ahora? —me preguntó.

—Uhm...

Tenía muchas cosas en mente que podríamos haber hecho. Demasiadas para ser exacta, desde ir a dormir como ir a dormir.

¿Y ese sarcasmo?

Claro que no le diría que no hiciéramos nada porque estaba cansada, pero tenerlo así de contento me daba unas cuantas barras de energía para hacer cualquier cosa que tuvieran que ver con él.

Seguimos caminando conmigo viendo alrededor e intentando pensar en que hacer, porque Chase casi siempre que le pedía ideas, se le ocurría una sola.

—¿Jugamos tenis?

—No —arrugue el entrecejo —. Uhm.

—Uhm —repitió.

Abrí bien los ojos cuando pasamos por un jardín vecino a su casa que tenía algunas bicicletas en alquiler. Frene de golpe sin ver a las bicicletas para no darle pistas. El problema era que no sabía a donde ir en esos medios de transporte y entonces me di cuenta que podríamos ser normales por un día, si es que habíamos sido anormales por mucho tiempo.

—Vayamos al centro comercial en bicicletas —dije precipitada.

Chase se detuvo de golpe, se giró lentamente hacia mí. Tenía tantas ganas de reírme que termine tapándome la boca para no escupirle. Arrugo el entrecejo, confundido, a la vez perplejo. En cambio, yo, bueno, yo seguía riéndome de su estupefacción.

—Tenemos una moto, Rose.

—Siii, pero una bicicleta es mejor ¿no crees?

Hizo una mueca medio alzando el hombro desalentado a tener que usar bicicletas. Volví a tomarle la mano, entrelazando nuestros dedos como una niña pequeña. Él se acomodó viendo a los lados por si seguía mirándolo.

Deja de reírte en silencio.

Perdón.

—Uhm, quizás —musito.

—Uhm.

—Pues ya, ¿quién soy yo para decirte que no? —se rindió dándome la victoria.

Ello me saco una sonrisa.

La chica del teléfono rojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora