Narración: Waldheri Marshall.
Un empleado me entrega una bata para encubrir mi forma humana. Contemplo el automóvil donde yace la mujer que ahora ocupa el lugar de mi compañera. Sus lágrimas han cesado; ahora yace inconsciente, su desmayo un resultado inevitable al presenciar la cicatrización instantánea de una herida profunda. Este espectáculo, rutinario para mi especie, adquiere proporciones aterradoras para los humanos, ignorantes de nuestra existencia y los secretos que albergamos.
Anabelle Russell, apenas un eco en mis pensamientos cuando mis padres la visitaron, nunca destacó entre los humanos de mi manada. Sin embargo, en las dos semanas que lleva aquí, ha sido fuente de conflictos. Nunca imaginé que mi mate sería una humana.
"La Diosa Luna nunca comete errores", repetía mi abuela. Sin embargo, ahora cuestiono esa afirmación, ya que mi compañera parece más frágil de lo habitual, y mis hermanos también la reclaman como suya. Buscaba a mi mate para liberarme de un problema, pero no anticipé que mi deseo se materializaría de esta manera.
Anabelle, con su propensión al llanto, no puede soportar una herida que incluso un niño toleraría. No comprendo por qué empleé mi don con ella. Podría haberla dejado sufrir, pero mi lobo ansiaba aliviar el dolor de su compañera. Aunque carezco de emociones hacia ella, presenciar su sufrimiento fue una agonía; experimenté su dolor como propio y solo deseaba aliviarlo, así que lo hice.
—Joven Waldheri..— la interrupción del empleado rompe mi concentración. Dejo de observar el automóvil donde reposan Anabelle, Marisol, Lucas y mi madre absortos en limpiar los rastros de sangre. Mi desconocimiento sobre cuánto sangran los humanos es notoria
—Su padre lo espera en la oficina junto a sus hermanos—No digno la instrucción con una respuesta, solo lanzo una mirada penetrante. El empleado se retira con la cabeza baja. Mi atención vuelve a mi compañera inconsciente, una expresión de odio distorsiona mi rostro antes de dirigirme hacia la oficina, donde mi padre y hermanos esperan. Conozco la naturaleza de la inminente discusión, y no estoy preparado para enfrentarla. Aún no he asimilado la realidad de tener un mate humano.
El miedo me abraza, temo que este giro de los acontecimientos trunque mis futuros planes, que mi posición como líder se vea amenazada. Aunque mi papel no esté sujeto a la elección de mi padre, conozco las artimañas que puede utilizar, sé de las maquinaciones que empleará para doblegar mi voluntad. Ansiando liderar mi manada, es mi mayor anhelo, y si rechazar a mi mate es el tributo a pagar, lo haré sin vacilar. Lobas ávidas de estar con un futuro líder abundan, y puedo marcar a otra en menos de una semana, eludiendo así mi prematura muerte.
La majestuosa puerta doble de cedro se yergue ante mí, una presencia imponente. El silencio al otro lado es roto únicamente por las respiraciones agitadas de Antón y mis hermanos. Desde este lado, la tensión es palpable, un eco de lo que está por venir.
Se vislumbra el desenlace: Antón nos instará a rechazar a Anabelle, tildándola de humana débil, incapaz de estar a la altura de cualquier loba, y mucho menos de sus propios hijos. Volker se sumirá en el silencio, aceptando con resignación las decisiones impuestas, una marioneta de las imposiciones. Aunque inicialmente pueda resistirse, acabará cediendo y fingirá que nada ha sucedido, una máscara que ha llevado en cada elección, sumiso ante las imposiciones. Gunther será el rebelde, luchando por su mate con ferocidad, quizás incluso al límite de la cordura, pero finalmente se verá doblegado por la implacable voluntad de Antón.
Para mí, Antón apenas dirigirá palabras. En su percepción, soy una mera réplica de él, siempre pensando con frialdad y desprovisto de escrúpulos. Mi presencia parece insustancial, pero conozco el patrón. Me recriminará por una única cosa: haberla curado. Afortunadamente, desconoce que Anabelle también es mi mate. Si lo supiera, me obligaría a rechazarla también. Aunque lo haré eventualmente, no deseo dar ese paso aún. En mis planes está conocer a la mujer que la Luna ha escogido para mí. Al menos para que asegurarme de que mi decisión de rechazarla sea la correcta.
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Los Marshall #PGP2024
WerewolfEn el sombrío giro de este cuento, Caperucita no se encuentra con un lobo solitario en el bosque, sino con tres bestias voraces que, lejos de querer devorarla, anhelan poseerla como suya. En lugar de temor, nace un amor oscuro entre la inocencia de...