🥀 d i e c i s i e t e 🥀

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Mis sollozos resuenan como el lamento de una niña indefensa mientras Marisol unta con cuidado una pomada sobre las marcas que brotaron súbitamente en mi piel. Todo apunta a una reacción alérgica, aunque la razón sigue siendo un enigma. ¿Será el cuervo? Estuve cerca de él antes y jamás experimenté algo parecido; ninguna mancha extraña apareció en mi piel. Sin embargo, estas marcas surgieron de manera brutal, como si aplicaran algo abrasador en mi piel con la intención de infligir dolor. Se extienden por mis muslos, cuello, vientre y causan una dolorosa punzada en mi pecho. No se trata de una reacción alérgica común.

Lo más desconcertante es que ya me anticipaba a algo extraño como esto. Desde que llegué aquí, todo acontece de forma inexplicable, carente de lógica aparente. Pero no parecen dispuestos a ofrecer muchas explicaciones sobre lo sucedido. Cuando Marisol observa las marcas en mi cuello, su falta de sorpresa me desconcierta. Ya tiene todo lo necesario para curarme. ¿Acaso sabía que algo así me sucedería? No lo sé, y estoy convencida de que, aunque pregunte, no obtendré respuestas. Quizás es mejor así; quizás no estoy preparada para enfrentar la verdad.

Afortunadamente, las pomadas aplicadas sobre los moretones han demostrado eficacia, reduciendo significativamente el dolor. Jamás había oído hablar de una alergia que surgiera de repente y provocara la sensación de una quemadura intensa en la piel. Mis lecturas en medicina no arrojan ningún paralelo con esta extraña condición. No obstante, presiento que las respuestas no serán claras, o tal vez no serán completamente verídicas.

Las múltiples marcas en mi cuello y clavícula insinúan una noche desenfrenada con alguien que no dudó en dejarme huellas por todo el cuerpo. No se limitan a los lugares habituales; también se extienden por mi vientre, la cara interna de mis muslos y toda mi espalda. He aborrecido estas marcas toda mi vida, siento que estoy marcada como ganado y la sensación me desagrada profundamente. En mis relaciones, siempre exigí que no me dejaran ninguna marca, y nunca nadie contradijo esa petición. Conozco a individuos a los que les complace dejar moretones como una afirmación de posesión y exclusividad, pero es una práctica que nunca he comprendido ni aceptado.

Mis relaciones han sido marcadas por la ausencia de posesión extrema, evitando dejar marcas en la piel de mi pareja. Solo he experimentado una relación estable en mi vida, y a pesar de que a él le gustaba la idea de dejar marcas como muestra de posesión, siempre respetó mi desagrado por ello. Preferíamos expresar nuestro vínculo de maneras más sutiles, mediante el uso de símbolos de pareja y gestos cariñosos menos evidentes.

—Parece que tienes novio— bromea Lucas. Molesta por sus comentarios inoportunos, le lanzo mi sandalia para recalcar mi disgusto; la segunda sigue el mismo camino.

—Ya, Lucas— regaña Marisol
—Deja a Anabelle tranquila. Mejor vete a hacer algo productivo con tu vida—

—¿Por qué no..?— El timbre de la entrada resuena en toda la cocina, y me doy cuenta de algo sorprendente: casi siempre estamos en la cocina. Ya sea para hablar, divertirnos o incluso jugar, la cocina parece ser el epicentro de nuestras reuniones en esta casa.

—¿Quién es?— pregunta Marisol —No me parece conocido—

—Es..— Lucas parece reflexionar un instante —El aroma me resulta familiar—

—Iré a ver quién es— anuncia Leonardo, saliendo de la cocina y dirigiéndose hacia la entrada principal de la casa.

La tensión crece en el ambiente, como si el misterioso visitante trajera consigo algo más que su presencia física. La cocina, testigo de tantos momentos, se torna un escenario inquietante ante la llegada de alguien con un aura desconocida.

—¿Tía Mari, cuándo estarán listas las galletas?— interroga Alana, elevándose de puntillas para observar la actividad de Marisol sobre la meseta.

Los Marshall #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora