Narración: Waldheri Marshall.
—Waldheri..— La puerta de mi habitación se abre, y allí está Volker, con la mirada visiblemente decaída.
La atmósfera se carga con la tensión de la reciente disputa con Antón, un enfrentamiento que ha convertido la mansión en un campo de batalla donde los gruñidos y golpes resuenan sin descanso.
Estar dentro de la mansión se ha convertido en una lucha constante entre bestias, cada uno buscando afirmar su fuerza frente a Antón, a pesar de su envejecimiento. Sin embargo, la única figura que podría rivalizar y vencerlo soy yo, como el designado líder de la manada. Aunque, paradójicamente, siento una inquietante atracción por la idea de enfrentarme a Antón, ganar la batalla y reclamar a mi mate, Anabelle, a mi lado. Aun así, sé que esta lucha no solo es con Antón, sino también con mis propios hermanos, quienes también la desean.
—¿Qué necesitas?— suspiro, deseando únicamente descansar después de un día agotador.
La entrada de Volker, con su cabello rubio ahora teñido de blanco, despierta en mí una mezcla de emociones, recordando cómo su encuentro con Anabelle y Gunther la dejó herida. Si no fuera por mí, Anabelle estaría ahora lidiando con un dolor significativo en la pierna.
—¿Puedes hacerme un favor?— Alzo una ceja, escéptico ante su pedido. Volker, orgulloso y encerrado en su propio mundo, rara vez solicita ayuda y parece ignorar todo lo que no encaja en su esfera personal.
—Depende de lo que quieras pedir, y si te lo puedo conceder— respondo.
Observo su suspiro, reconociendo que para él, entablar una conversación conmigo es un acto tortuoso. Nuestra relación no es hostil, pero preferimos evitar compartir el mismo espacio para prevenir conflictos. Las diferencias entre nuestras personalidades siempre han sido una barrera en la relación de hermanos.
—¿Puedes ir a casa de Anabelle y asegurarte de que está bien?— Su voz lleva consigo una preocupación genuina, una rareza que oscurece la atmósfera de la habitación. Me debato entre la irritación por su repentino interés y el atisbo de satisfacción por verlo romper su caparazón egocéntrico.
—¿Por qué debería? Es tu mate, no la mía— suelto la mentira sin titubear. Aun sin su pedido, ya había trazado mis planes para visitarla mañana, con una excusa meticulosamente elaborada para deslizarme sin levantar sospechas en la casa de los Susso.
—Olvidalo, sabía que hablar contigo era como hablar con una pared— bufa, a punto de abandonar la habitación. Sin embargo, decido lanzar una última piedra antes de que se retire por completo.
—Iré..— Me levanto de la cama, sus ojos se encuentran con los míos. —Pero me debes un favor, hermanito, y me las vas a pagar realmente caro—
—Con mi vida si es necesario, pero asegúrate de que esté bien— responde, sorprendiéndome con una respuesta que no anticipaba. Mi lobo interior ruge de enojo, una furia que desearía liberar en un ataque brutal. La oscuridad se cierne, la tensión flota en el aire, presagio de conflictos inminentes.
Mátalo.
Sacudo mi cabeza, rechazando cualquier pensamiento intrusivo, cerrando también la conexión con mi lobo. Cage posee una fuerza imponente, capaz de quebrar mis defensas y tomar el control de mi cuerpo durante horas o incluso días completos. En estos momentos, debo evitarlo a toda costa; podría causar daño a mis hermanos. Aunque nuestra relación no sea la mejor, seguimos siendo familia, y la familia se protege, incluso desde las sombras.
La puerta se abre nuevamente, revelando a Gunther. No muestra sorpresa al encontrarnos juntos en mi habitación. Una vez dentro, cierra la puerta con cuidado; es la única manera de tener conversaciones privadas en esta casa. Cada habitación, incluso las destinadas a visitantes, están insonorizadas.
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Los Marshall #PGP2024
Hombres LoboEn el sombrío giro de este cuento, Caperucita no se encuentra con un lobo solitario en el bosque, sino con tres bestias voraces que, lejos de querer devorarla, anhelan poseerla como suya. En lugar de temor, nace un amor oscuro entre la inocencia de...