Un mes después de lo sucedido, echaba de menos la compañía de mis amigos. Yo pensaba que había acabado, pero mi mente me la jugó. Volví a dormir y desperté en un mundo distinto.
Me encontraba en el mundo, donde cazadores y demonios eran enemigos. Si...
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Un mes pasó desde que me desperté de aquel sueño extraño. Ya estaba echando de menos las risas de Luffy y del resto de la tripulación. O los intentos de coqueteo de Cracker y Lucci. Las relaciones sexuales que tuve con esos seis. Bueno, tampoco le estaba dando mucha importancia a eso. La cosa era que parecía que era real. Aún no se me han quitado las palabras de Senku. Esto no había acabado. Sin embargo, estoy despierta, viviendo mi vida en el mundo real.
Yo estaba en mi casa tranquilamente estudiando para un examen con la puerta cerrada. No me gustaba el ruido porque mi madre se ponía a poner música para hacer cualquier quehacer de la casa. Esto era lo malo de vivir todavía con tu familia. Un suspiro de frustración solté porque no tenía ningún tipo de respeto, incluso mi hermana la regañaba a veces.
Ya el almuerzo estaba listo. Ahí era el momento en que apagaba la radio y, después de comer, se echaba la siesta. Las amas de casa necesitan un descanso porque están las veinticuatro horas dedicando al hogar. Yo tenía cierta simpatía en mi madre porque a veces colaboraba. Ya después de comer, fregué la losa y me volví a encerrar en la habitación. Tener que estudiar en vacaciones para aprobar en septiembre era una mierda, prácticamente.
Ños, me embosté* demasiado. Mis párpados se estaban cerrando lentamente, pero no me gusta echarme siesta porque estaría perdiendo el tiempo. Entonces me entretuve mirando el móvil, viendo unas cuantas imágenes de mis personajes favoritos. Recientemente leí un manga muy bueno que se llama Kimetsu no Yaiba. Me encantaban todos los personajes que creó su autor y me dio una rabia que haya matado a un personaje fleje* guay.
Rengoku Kyojuro.
Me encantaba su personalidad. Un personaje con mucha energía y con cierta determinación que no dudará en proteger a los más inocentes. Yo pensé que iba a tener un odio profundo a los demonios, pero algunos molaban fleje.
Un bostezo se me escapó de la boca, señal de que estaba agotada. Joder, me da que lo mejor será irme a la cama y cerrar los ojos para echarme una siesta. La cama no estaba lejos, así que me acosté y me puse de lado porque es la posición más cómoda para mi problema de espalda. Maldita escoliosis. Poco a poco mis párpados se cerraron y me quedé completamente dormida.
Qué pelete*. Mi cuarto era un horno porque estábamos en verano y no sé si mi madre o mi hermano entraron y encendieron el ventilador. Ese aire frío provocó que abriese los ojos. El techo no me resultaba familiar. Parecía de madera. Y tenía el presentimiento de que esta no era mi cama. Empecé a mirar por los lados y la habitación es típica de la cultura japonesa por las puertas correderas. Entonces yo estaba acostada sobre un futón. Que raro me sentía.
Me senté, queriendo averiguar qué estaba pasando. Me di cuenta que estaba soñando. Estoy en otro sueño diferente. No llevaba mi ropa de siempre. Una especie de camisón, creo que en Japón lo llaman Hadajuban, ropa interior tradicional que usaban las mujeres en aquella época. Me sentía extremadamente extraña con esto puesto. No había nadie en este cuarto.
