Un mes después de lo sucedido, echaba de menos la compañía de mis amigos. Yo pensaba que había acabado, pero mi mente me la jugó. Volví a dormir y desperté en un mundo distinto.
Me encontraba en el mundo, donde cazadores y demonios eran enemigos. Si...
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Mimir había resumido —o eso creía— la historia de los Antiguos y el nacimiento de la Madre de Dragones. El rostro de Atreus mostraba cierta impresión y curiosidad. Es joven, es normal ese comportamiento. Quién no tuvo interés, aunque estuvo atento a la conversación, es Kratos. Se puede entender porque él es un semidios y ya pasó por una vida larga. Atreus se acercó a mí con una sonrisa pequeña e hizo una pequeña reverencia.
—Padre y yo la protegeremos de los enemigos, Madre de Dragones.
—Me conformo con que me llames Laura o Princess —le dije.
—¿Vosotros sabéis dónde está esa estúpida piedra? —preguntó con un simple gruñido King porque se notaba que estaba desesperado.
—Con certeza, no —respondió Mimir—. Lo más seguro es que estará en algún reino.
—¿Jörmundgander lo sabrá?
—Uhm, posiblemente. Habrá que ir al cuerno para llamarlo.
—¿Jor… qué? —Cracker e Izou se quedaron en standby al escuchar ese nombre.
La serpiente más grande del mundo. El enemigo número uno de Thor. El enfrentamiento de estos dos será en el Ragnarök. Es increíble que estemos en el mundo de God of War y vayamos a conocer personajes nórdicos. La cuestión es si el viaje será largo porque las aventuras en los otros mundos se me están haciendo corta, aunque agradezco que los dos primeros hayan sido cortos.
No me gustaría ser acosada sexualmente por ese hombre cerdo o ser atrapada por los xenomorfos.
Entonces, todos hemos decidido emprender el camino en dirección hacia el gran lago. En el Lago de los Nueve, dónde se encuentra el Templo de Tyr. El lugar perfecto para llamar a la Serpiente de Midgar.
El frío está colándose por mi piel y por mis huesos. Menos mal que estaba abrigada, pero yo veía a Cracker o a Katakuri sin tener algo de ropaje. Yo me estaría muriendo de frío. No me gusta sentir esa sensación. Prefiero estar en mi casa y estar calentita, o alguien que me abrace.
El paisaje me gustaba mucho. Sentía cierta calma en mi ser que es bastante difícil de describir. De vez en cuando miraba al cielo viendo algún que otro cuervo con sus ojos brillantes puestos en nosotros. Odín nos observa. No. Los pájaros de ese dios son más brillantes. O eso se refleja en el juego.
—¿Sois humanos? —cuestionó Atreus mirando a Katakuri, a Cracker y a King.
—Nosotros sí, pero este es un pajarraco de mierda.
—Yo también sé insultar, estúpido.
—Sois muy grandes para serlos. —Se veía que Atreus siente curiosidad—. ¿Y tú qué eres? Pareces una Valkiria, pero no eres mujer.
