Aparición

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Emma después de darle muerte a los que quedaban, mantuvo prisioneros al hombre y mujer lobos. Conversó con Elizabeth, le comentó todo y compartieron pensamientos. Elizabeth ordenó que era prioridad sacar a las personas a un lugar seguro, así que debían ir donde se creó uno de los círculos de transportación. Y, que le sacara información de cómo abrir ese espacio-tiempo de corazones al hombre y mujer lobos; además, que ella personalmente iría para eliminarlo

—Sólo destruyéndolo esas almas podrán vivir en paz —finalizó

Emma ordena sacar a las personas cautivas y llevarlas al sitio seguro. Después, se dedica a sacar información a los infames.

Ninguno de ellos quiso hablar

—¿¡Crees que me asustas tú?! —ríe la mujer loba

—Bartolomé sama nos hará algo peor que la muerte si lo traicionamos —bufe

Tiempo después, aparece Elizabeth...

Dentro de la cabeza de ambos lobos, descubre cómo abrir esa puerta. Con un hechizo de sangre de ellos y su amo son capaces de efectuarlo. Pero si hay siquiera un ápice de duda se verá frustrada la entrada y su amo yacerá de la puerta a aniquilar a todo aquel que ose destruir su regreso

—Elizabeth hipnotizó al hombre lobo y este comenzó a abrir el espacio-tiempo lentamente. Todo iba en orden, pero la mujer loba susurró —Melior est mors, frater , mors quam cruciatus carceris animi tui— y luego sopló en dirección al hombre lobo.

Éste despertó luego de morderse la lengua; y comenzó a morir lentamente.

Elizabeth siente un gran poder emerger y ordena a todos salir inmediatamente del lugar.

Bartolomé hace su aparición destruyendo todo el castillo y con un hechizo extrajo los corazones de sus contrincantes a quiénes los escombros habían dejado aún con vida y de sus aliados que portaban un tatuaje en el lado donde habitaba su corazón. Los reúne y eleva en el aire

—¡¿Quién osa a invadir mi aposento?! —vuelve a ver con cólera a la persona de la cual percibe extensa capacidad mágica

—¡¿Qué hace aquí, Eve sama?! —pregunta Bartolomé sobrecogido, un ápice de tristeza recorrió su mirada por un breve instante, pero luego lo invadió una ira profunda como si fuese una persona distinta

—¡Yo la asesiné! ¡Usted no puede reencarnar! ¡usted! ¡vampiresa maldita! —estaba envuelto en furia, recordando el pasado

Inhala profundo —Pasado al pasado —sonríe

Elizabeth hizo un hechizo de protección para los que se encontraban en el castillo, así que pudo salvar a la mayoría de sus soldados

—Ese siempre ha sido su punto débil, las personas que aprecia —ríe maquiavélicamente

—¡Mi nombre es Elizabeth! ¡Se confunde de ser! ¡Soy bruja, no me confunda con su miserable especie! —replica molesta

Se escuchan carcajadas de Bartolomé —Irónico que haya reencarnado como bruja y menosprecie a su especie original. Y lo que más me irrita es que Eve..., Elizabeth... ¡No importa bajo que nombre se haga llamar ahora! ¡Siempre busca la manera de arruinar mi regreso! ¡Maldito sea su ser! —grita

—Dígame que la curiosidad me carcome ¿se encontró nuevamente con su amada, Millac sama? —sonríe malicioso

Por algún motivo que desconoce, Elizabeth siente como que una aguja atraviesa su corazón y alma, al escuchar el nombre de Millac

—Esta vez no podrá impedir que ella salga herida. Ya que al parecer odia a nuestra especie. Me parece perfecto. Váyase, llévase a sus soldados y a su gente y perdonaré la ofensa de cada uno —dice

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