Malos Hábitos [Bet On It] ✧ KookV

Capítulo 34

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Capítulo 34. Futuros

El edificio del Weekly Seoul poseía una fachada era de color gris, y las ventanas, alargadas, tenían rejillas metálicas. Cerca de la entrada había una amplia escalera que daba a dos puertas de cristal y corredizas. Jungkook avistó a Kim Namjoon cerca de la escalera, junto a unos setos, estaba fumándose un cigarrillo que tiró al suelo y pisó con la suela del zapato.

—¡Jungkook! ¡Aquí estás! —guardándose las manos en los bolsillos, le dirigió una sonrisa.

—¿Llego tarde? —le saludó Jungkook, y estrechó su mano devolviéndole la misma sonrisa—. Qué bueno verte por aquí.

—Puntual, como siempre. Vamos adentro —Namjoon señaló con la cabeza. Atravesaron la escalera y la puerta que daba lugar a la recepción del periódico a un paso moderado—. ¿Qué tal te han ido los exámenes de la S.N.U.?

—No del todo mal. Justo, pero sobrio —resumió el pelinegro.

—Yo he terminado los últimos créditos que me correspondían, ¡libertad, oh, libertad!

—¿Qué harás ahora?

—Ni idea. Tiempo de buscar recambios, mientras trabajo en este lugar.

—¿No te gusta el departamento del periódico?

—El periódico no está mal. La revista mensual está un poco mejor —le dijo entre dientes—. Pero yo prefiero viajar. Quedarme en Seúl no es lo mío. ¿Qué tal se te da el inglés a ti?

—¿El inglés? —dudó Jungkook, algo desconcertado.

La mujer que estaba en la recepción levantó la cabeza.

—Señor Kim, ¿qué se le ofrece? —formuló ella, se retiró las gafas que dejó colgando del pecho y le echó un vistazo muy poco sutil a Jungkook.

—¿Naia está arriba? —preguntó Namjoon.

—Sí, ¿quiere que le avise de que ha llegado?

—Dígale que estoy con Jeon.

Jungkook se preguntó si Naia era la propietaria, era decir, su madre. Por la naturalidad con la que había dicho su nombre, algo le decía que estaba en lo cierto. No tardaron en rodear la recepción y pasar por la zona de oficinas, había un montón de gente trabajando por allí, con teléfonos en las manos, documentos que sacaban de impresoras y pequeños cubículos bien ordenados que separaban las respectivas mesas y ordenadores de cada trabajador.

Aquel ambiente era muy distinto al universitario, Namjoon se detuvo junto a una puerta y tiró de la manija, dejó a Jungkook, y le murmuró algo:

—Suerte con ella. Es de armas tomar.

Namjoon cerró la puerta tras él. Jungkook se encontraba en el interior del despacho de la oficina, una mujer con falda entubada, cabello por encima de los hombros y una elegante blazer, se hallaba al teléfono, y le dirigía al chico una mirada igual o más desconcertada que él.