Capítulo 15.

140 21 3
                                    

3 de mayo

Jessica

— Ha pasado demasiado rápido.

Estamos recostadas la una junto a la otra en el sofá, Sarah y yo, con los pies encima de la mesita de café rayada y una copa de vino en las manos. Ya lo tenemos todo empaquetado y listo para trasladar, casi preparadas para entregar nuestro refugio de Delancey Street a sus próximos y afortunados habitantes.

—Cinco años… —Suspiro—. Tienes razón. No sé adónde han ido a parar.

Sarah da un trago enorme al vino y frunce el ceño.

—No quiero dejar este piso. Ojalá pudiéramos quedarnos para siempre.

Continuamos sentadas en silencio y paseamos la mirada por la sala de estar, el escenario de nuestras fiestas de estudiantes, nuestras noches de borrachera, nuestros secretos compartidos, nuestras risas nocturnas.

Ambas sabemos que no podemos quedarnos; esta etapa de nuestras vidas ha llegado a su fin. Sarah ha conseguido un trabajo de mayor prestigio en un nuevo canal de televisión por cable en el extremo opuesto de la ciudad, y le resultaría imposible desplazarse a diario desde aquí hasta allí.

Yo me lo he tomado como una señal para dar a mi vida también un cambio radical. No puedo permitirme mantener este piso sola, y tampoco es que mi carrera profesional esté avanzando hacia ninguna parte.

El hotel es transitorio, el mundo editorial duradero. Me voy a casa para estar con mi familia durante unas semanas, y luego me marcho a Tailandia un tiempo. Lo sé. ¿A que suena genial?

Me intimida la idea de ir sola, pero el renovado entusiasmo de mi padre por salir ahí fuera y agarrar la vida por los huevos me sirve de acicate. Mi madre no se sintió en absoluto impresionada cuando él mismo utilizó esa frase; en Navidad nos regalaron algo de dinero a Daryl y a mí. No es algo que hubieran hecho en condiciones normales, pero nos dijeron que el ataque al corazón de papá les ha proporcionado una nueva perspectiva de las cosas.

Ellos lloraron, así que nosotros también, y ambos acordamos hacer algo especial con el regalo. Daryl y Anna van a gastárselo en comprar una cama de matrimonio para su casa nueva, y yo me gastaré el mío en agarrar la vida por los huevos en Tailandia.

Ojalá pudiera meter a Sarah en mi maleta; no tengo ni idea de cómo se vive sin ella al lado. Al menos podré tomarme un respiro de la culpa exagerada.

—Eres la mejor amiga que he tenido —digo.

—Vete a cagar —murmura, y empieza a llorar—. Te había pedido que no dijeras eso.

—Y yo te pedí que no lloraras, joder —protesto mientras me paso el extremo de la manga por los ojos—. Y ahora mira lo que has hecho.

Nos cogemos de la mano, con mucha fuerza.

—Seguiremos siendo amigas para siempre, ¿verdad? —Su voz suena pequeña y está empapada de vulnerabilidad—. Incluso cuando te vayas a Tailandia y te unas a una comunahippy, o lo que sea que vayas a hacer allí.

—Incluso entonces —digo apretándole los dedos—. ¿Y cuando tú te conviertas en una importante presentadora de televisión? ¿Me dejarás por tus amigos famosos?

Se ríe y finge que necesita pensárselo un segundo.

Fue a ver el nuevo canal porque estaba interesada en el puesto que ofrecían detrás de las cámaras, y terminaron preguntándole qué le parecería cubrir la baja por maternidad de su reportera itinerante. Es obvio que la miraron y vieron en ella lo que todos vemos: madera de estrella.

—Bueno… Creo que Amanda Holden sabe beber.

Le doy un manotazo en el brazo y suspira fingiendo decepción.

—Vale. No te abandonaré, ni siquiera por Amanda Holden. —Se queda callada un segundo—. Nos hemos reído un montón, ¿no? —dice, y se recuesta sobre mí.

Cierro los ojos, con las pestañas húmedas, y apoyo la cabeza en la suya.

—Sí, es verdad.

—¿Sabes cuál es mi recuerdo favorito de ti?

No le respondo, porque las lágrimas me ruedan por las mejillas y siento una punzada de dolor en la garganta.

—Es un recuerdo recurrente, en realidad —dice—. Me gusta cómo me cuidas cuando tengo resaca. Nadie me sujetará el pelo tan bien como tú cuando vomito.

Me río a pesar de las lágrimas.

—Y eso que tienes un montonazo de pelo. No es nada fácil.

—Y que por la mañana me preparas el café justo como me gusta —continúa—. Nadie más acierta. Ni siquiera mi madre.

—Te tomas cuatro granos de café, Sar. Ni siquiera puede considerarse café.

—Ya lo sé. Pero tú sí lo consideras así. Me preguntas si quiero café, y luego lo haces justo como me gusta. Cuatro granos.

Suspiro.

—Seguro que tú me has hecho más tazas de café a mí que yo a ti. Y desde luego has hecho la mayoría de los sándwiches.

—Siempre te olvidas de la mayonesa. Ya sabes que es fundamental. —Se hunde en el sofá—. ¿Cómo vas a sobrevivir en la inmensidad del mundo sin mí, Jess?

—Tampoco es que vayamos a dejar de vernos —digo mientras me limpio la cara—. Como mínimo podré verte en la tele. Estaré esperando el día en que hagan que te deslices por una barra de bomberos.

—Pero no podré verte cuando estés en el otro extremo del mundo.

Le paso un brazo por los hombros.

—No me voy para siempre.

—Joder, más te vale —resopla—. No se te ocurra meterte con un monje yogui y fabricar una docena de bebés tailandeses o algo así, ¿vale? Te quiero de vuelta en Londres para Navidad.

—No creo que a los monjes se les permita tener bebés. —Dejo escapar una risa entrecortada—. Solo estaré fuera unos meses. Volveré a tiempo para que pasemos el Año Nuevo juntas.

—¿Me lo prometes?

Entrelaza su dedo meñique con el mío como si fuera una niña pequeña, y mis puñeteras lágrimas amenazan con desbordarse de nuevo porque me recuerda a otra niña pequeña de hace mucho tiempo.

—Te prometo que volveré, Sarah. Te lo prometo.



__________________________________________________

¡Hola de nuevo!

Es un gusto poder regresar con vosotros nuevamente.

Lamento el retraso; he tenido unos cuantos problemitas que ya están resueltos y estaré más activa.

Espero que os esté gustando esta historia.
Ojalá me hayan extrañado porque yo a vosotros si los eché de menos.

Besitos en el anastasio o anacleto (como quieran llamarle)

Pdt: Apliquen la frase del padre de Jess, deben salir ahí fuera y agarrar la vida por los huevos. ¡Vosotros podéis con todo!

Tomen agua.

AMOR A PRIMERA VISTA (Capmirez)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora