10 de marzo
Jessica
—Dios, cómo te echaba de menos, Estrella de Mar. Entra y deja que te haga cosas pecaminosas.
Ahora que estoy viviendo en casa de mis padres, nos vemos solo cada varias semanas; han pasado siglos desde la última vez que estuve aquí.
Kate tira de mí para que cruce el umbral de su piso, me coge la maleta de fin de semana y la pone a un lado para poder estrecharme entre sus brazos. Sí, nos hemos convertido en una de esas parejas empalagosas que se llaman por nombres ridículos como cari y bomboncito.
«Nos hemos convertido».
Por fin hay un «nosotros». Y es increíble. Nunca me he sentido tan deseada ni cuidada en la vida. Kate no oculta ni por asomo lo mucho que le gusto. Tiene una forma tan intensa de mirarme que hace que sienta la necesidad de volverme para comprobar si Jennifer Lawrence está a mi espalda.
—¡Deja que me quite el abrigo! —exclamó riendo, ella me lo desabrocha y me lo saca por los brazos.—Tenía la esperanza de que estuvieras desnuda debajo.
Se detiene a mirar mis prácticos vaqueros y mi jersey calentito.
—Me lo planteé, pero no quería asustar al taxista.
—Esto es Londres, ¿recuerdas? —dice con una sonrisa enorme—. Ahora no estás en mitad del campo, Jess. Podrías haber estado desnuda y tener cuatro piernas y nadie se habría inmutado. —Le brillan los ojos—. Excepto yo, claro. Yo me daría cuenta si estuvieras desnuda.
—No vivo en mitad del campo —le replico, molesta porque siempre se refiere a mi casa de Birmingham como si fuera una especie de páramo perdido.
Está justo en los límites de las afueras, en un típico pueblo de cinturón verde. Lo entiendo. Kate es londinense de pies a cabeza; los espacios abiertos y la ausencia de taxis negros lo pillaron por sorpresa cuando lo llevé a casa en Navidad para que conociera a mi familia.
Para serte sincera, no fue la más sencilla de las visitas de «conocer a los padres». Ella se mostró perfectamente encantadora y los demás estuvieron supereducados, y aun así costó encontrar puntos en común. Mi padre lo intentó con el periódico, pero Kate es más de TV, y Kate lo intentó con el vino, pero mi padre es más de cerveza.
Aunque todavía es pronto para decirlo, creo que todos nos sentimos aliviados cuando terminó.
—Hay muchísimo verde —masculló, y no sonó como un cumplido.
Alejo de mi mente esos recuerdos; este es nuestro gran reencuentro después de seis semanas separadas, no quiero sentirme mal con Kate sin ningún motivo.
—¿Puedo al menos ir al cuarto de baño? —pregunto, y ella estira una mano por detrás de mí y empuja una puerta para abrirla.
—Voilà.
—No te muevas de aquí. Vuelvo enseguida.
Dentro de un cuarto de baño digno de revista, echo el pestillo, me desnudo y acto seguido vuelvo a ponerme el abrigo. El forro sedoso resbala sobre mi piel y de repente hace que me sienta sexy y lista para que Kate se porte todo lo mal que quiera.
—Venga, Jessica —me apremia, y entonces abro la puerta de par en par y la miro con la cabeza inclinada hacia un lado. Sin decir ni una palabra atravieso el vestíbulo y salgo por la puerta de entrada; luego, después de cerrarla, la golpeo ligeramente con los nudillos.
—¿Quién es?
Su voz me llega baja y divertida, entreverada de malas intenciones.
—Soy yo, Jessica —respondo en un tono que pretende ser ronco—. Abre la puerta, quiero demostrarte cuánto te he echado de menos.
Se toma su tiempo y se apoya en el marco con los brazos cruzados a pesar de que advierto en sus ojos que está de todo menos tranquila.
Derramo la mirada sobre ella, lo escudriño, me fijo en sus vaqueros oscuros y en su camisa cara, en sus pies descalzos y, no sé muy bien cómo, todavía bronceados.
—Vas demasiado vestido —digo—. ¿Puedo pasar?
No se hace a un lado, se limita a estirar la mano y desembarazarse del cinturón de mi abrigo. No hago nada por detenerla; poco después, me lo desabrocha con lenta meticulosidad y la lengua le serpentea por el labio superior, una forma inconsciente de delatarse.
—Prométeme que siempre vendrás a verme así. Sonrío.
—Nosotros no nos hacemos promesas, ¿recuerdas?
Me arrastra hacia el vestíbulo tirando de las solapas del abrigo y me aprisiona contra la puerta tras cerrarla de golpe; sus manos calientes, escrutadoras, se deslizan por dentro de mi abrigo.
—Lo recuerdo —susurra medio riendo medio gimiendo cuando me acaricia un pecho—. Ahora deja de hablar y ven a la cama.
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OMG! Sé muy bien que están ansios@s por saber cuando estarán juntas, pero pronto sabrán más.Vamos lento.
Disfruten el proceso.
Además en el siguiente cap es el POV de Sara.
Pendiente
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AMOR A PRIMERA VISTA (Capmirez)
FanfictionJessica no cree en el amor a primera vista. Piensa que una cosa son las películas y otra, la vida real. Sin embargo, un día de diciembre, su mirada se cruza con la de una desconocida a través de la ventanilla empañada del autobús. Surge la magia y J...