Por favor...

28 4 4
                                    

De la nada, algo hizo que una ráfaga de fuego estallase detrás mío y pude contemplé con pánico que estaba sobre una especie de estanque congelado que estaba a punto de romperse, lo que me llevaría a hundirme rápidamente en un agua helada y me podría dar  una hipotermia fatal en cuestión de segundos. 

Al maníaco que tenía en frente se le ocurrió la genial idea de chasquear los dedos y, por arte de magia, el hielo debajo de mis pies comenzó a desmoronarse poco a poco, comenzando a mojar lentamente mis zapatos de agua fría, era consciente de que cualquier movimiento en falso podría llevarme a la muerte, por lo que me quede completamente quieta.

Hasta que se rompió por completo, pero en lugar de aparecer el líquido transparente, hubo un sólido  montículo de tierra firme. Era consiente de que los chicos estaban allí, ya que la tierra era obra de Noah.

Aproveché esa oportunidad para abalanzarme hacia Aquiles, tirándolo al suelo y lanzando una oleada de golpes sin parar en cualquier parte de su cuerpo. De un movimiento veloz y brusco de su mano derecha, me lanzó fuertemente hacia un lado, provocando unos pocos rasguños casi imperceptibles en mi piel trigueña. 

Al dejar de lado mi estado físico, me centré en Lenard, éste se encontraba tirado en el suelo en posición fetal, con los brazos atados detrás de su cuerpo y escupiendo sangre por doquier. Pero tenía un sólo obstáculo, Aquiles. Él se estaba poniendo de pie nuevamente y dirigiéndose hacia mí. 

aprovechando que los del escuadrón estaban ahí, decidí aprovechar esa oportunidad y corrí lo más rápido que pude, esquivando al maldito psicópata, no fue una tarea fácil pero lo logré, una vez detrás de éste, tomé un trozo de madera y le di con todas mis fuerzas en la nuca, eso lo dejaría inconsciente por un par de minutos. Y me dejaría ocuparme con un poco más de tranquilidad de Lenard. 

 Dejé al maníaco a un lado y corrí hacia el chico de ojos claros que me había convocado el día anterior e intenté romper, o por lo menos de desatar, las cuerdas que lo aprisionaban, pero fue imposible. Con las pocas fuerzas que le quedaban, vi a mi izquierda un pedazo de vidrio roto arrastrarse hasta nosotros. 

-Gracias...- Le susurré a Lenard, tomando rápidamente el objeto y usándolo como cuchillo para cortar las sogas, que por cierto, eran muy gruesas y pesadas.

*¿Dónde está Carl cuando verdaderamente lo necesitas?* Pensé para mis adentros.

-¡Carl!- Vociferé fuertemente, con la intención de que si me oía, viniese hacia donde estábamos.

-¿Qué necesidad hay de gritar princesa?- Respondió el Doc. Descendiendo de los aires. Luke lo traía en brazos, sin camisa, con sus típicos jeans negros y descalzo, en completo contraste con el ser que llevaba en brazos. Éste traía la típica bata de hospital inmaculada y guantes negros, al igual que sus lentes.

No comenté nada sobe sus atuendos, ni mucho menos su medio de transporte, Luke, porque lo que verdaderamente me preocupaba en ese instante, era el estado en el que se podía encontrar el hombre que moría lentamente sobre mis brazos.

La idea de ver morir, de presenciar a una persona a la que se le va ralentizando la respiración y disminuyendo su pulso me conmovía de tal manera que me hizo llorar. No me importaba quien era, quien pudo haber sido o quienes eran sus padres, su familia, de donde venía, los errores que pudo haber cometido o sus logros. 

En ese instante, vi que era tan indefenso, apenas y respiraba, sus poderes no lo hacían ni mejor, ni peor persona, su estatus no condicionaba su final, y sea lo que sea, en ese momento merecía el perdón, hacia lo que fuera que pasó, merecía una segunda oportunidad. Y yo estaba dispuesta a dársela. 

-¿Puedes ayudarlo?- Consulté mientras una lágrima traicionera se resbalaba por mi mejilla izquierda.

-Podría, pero si a ti te sucediera algo, yo no tendría la fuerza necesaria para curarte.

Buscando la verdadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora