Día 7...

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Día 7...

Sergio

Poco a poco recuperé la conciencia y me levanté con calma, aún me sentía mareado y con náuseas, no tenía idea de cuánto tiempo perdimos el conocimiento, pero la noche se acercaba y nadie había venido a ayudarnos, esa explosión fue tan fuerte que nos dejó sordos y el humo nos hizo desmayar, miré a Max que seguía inconsciente y no dudé en despertarlo, verlo así me preocupó mucho.

Sergio -Max... Max, despierta por favor- dije lo más bajo que pude y él fue abriendo sus ojos poco a poco.

Max -Che... Checo mi cabeza va estallar, me siento terrible- contestó con un gesto de dolor.

Cuando finalmente estábamos por completo despiertos, tratamos de salir o pedir ayuda, pero con ninguna cosa tuvimos resultado, nos dejamos caer en una de las camas y por el momento estábamos agradecidos de no haber muerto quemados o asfixiados por el humo, nos habíamos salvado y eso era lo más importante, nos quedamos dormidos nuevamente en una mala posición pero muy cerca, al siguiente día estábamos más que ansiosos y preocupados, al parecer estábamos solos y sin posibilidad de escape de aquel horrible lugar.

Max -Es extraño esto Checo, no hay ningún ruido y nadie ha venido a buscarnos en más de veinticuatro horas.

Sergio -Sí... creo que simplemente huyeron de algo.

Max -Debemos salir de aquí Checo, tenemos que hacer algo, quiero irme ya- gimió Max dejando caer su cabeza en mi hombro, yo sólo pasé mis manos por su cabello.

Sergio -Ocupemos nuestra energía en salir y verás que lo haremos, ya sabemos que por la puerta y la ventana es imposible, así que tendemos que romper la pared, pero Max eso será lento y perderemos nuestra fuerza sin alimento, pero afortunadamente tenemos agua y eso nos dará ventaja, ven busquemos algo con que golpear.

Max -Oh Checo se que es la única opción pero suena tan desalentador.

Por primera vez me sentía muy preocupado por nuestra supervivencia, no pudimos encontrar nada adecuado para golpear la pared, así que con las llaves de las regaderas nos pusimos a raspar, eran tan difícil y lento que sentía saldríamos en cien años, desde ese momento y cada día hacíamos lo mismo, despertábamos y raspábamos la pared hasta que el agotamiento nos ganaba y dormíamos juntos y abrazados todas las noches, no había pasado nada más entre nosotros que ese momento que compartíamos a diario, nuestros cuerpos estaban más débiles con el pasar de los días, sólo beberíamos agua pero la falta de alimento ya nos estaba dañando, yo no podía ver mi rostro pero definitivamente Max lucia muy mal y seguramente yo también, pero ninguno decía nada al respecto, manteníamos la convicción de salir.

Ya no sabia cuántos días habían pasado, pero una mañana Max no quiso levantarse más, se pegó más a mi cuerpo y susurró en mi oído que no tenía fuerza para despertar, que quería seguir durmiendo y eso me asustó tan mal que simplemente lo abracé lo más fuerte que pude, él ya había vuelto a dormir.

Max

Desde que comenzamos con nuestro plan de escape que si era honesto conmigo mismo, sonaba absurdo y casi imposible de seguir, Checo y yo casi no hablamos, no teníamos ánimo de nada más, aún podíamos haberlo hecho pero ahora sólo intentábamos salir de este sitio, sabía que no podríamos vivir por mucho tiempo sólo con agua, mi cuerpo se debilitaba cada día, al igual que el de Checo.

Era consciente que me veía mal, Checo se vea demacrado también, pero no lo mencionábamos, los únicos momentos reconfortantes eran cuando yo sentía que decaía y Checo me daba un pequeño toque en el hombro y brazo, a veces en mi cabello y al final de día cuando yo me pegaba a su cuerpo sin dudarlo y él me acariciaba hasta quedarme dormido, esa era la única luz y esperanza que albergaba en mi, Checo se había vuelto mi luz, pero una mañana simplemente ya no tuve fuerza para levantarme, me volví a dormir en los brazos de Checo y no supe más.

Sergio y Max ¡Perstappen!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora