El exterior ya no representaba una ciudad bella, de calles y personas amables, riendo y disfrutando de un día normal y tranquilo.
No.
El exterior se transformó, convirtiéndose en un campo donde la muerte brotaba, dando sus mejores flores, regada en un suelo infértil con la sangre de niños y ancianos, mujeres y hombres, personas e incluso, algunos Ibris.
Las voces no cesaban, escuchándose a kilómetros sin que nadie más, aparte de los árboles y las colinas de siembra, pudieran escucharles y acudir en su ayuda.
No había nadie, estaban solos. Ni siquiera nosotros éramos capaces de hacer algo para apaciguar su tormento, su dolor, su final.
Resignarse a ser los asesinos genocidas de una ciudad no fue tan difícil como afrontar directamente las decadencias de inocentes y culpables, que, por muy problemáticos que fueran, tal vez no merecían terminar desgarrados en medio del concreto.
Shinoby no aminoró el paso, enfocando su atención en el camino, mayormente despejado, lo que le permitía a Vis un encuentro rápido desde su vigilancia aérea. El deslizador que mantenía a su cargo descendió al vernos aparecer, no alcanzó a tocar el suelo cuando los Ibris, contenidos en la base, salieron en conjunto, persiguiendo al resto.
Prada nos alcanzó antes que el resto, indicándonos a gritos que abordáramos cuanto antes, le hicimos caso. Shinoby dejó a Dakyo en el suelo, recostada boca abajo, al segundo siguiente yo le hacía compañía, tirada a su lado, con una respiración irregular, que, paulatinamente menguaba al compás de la luna en el cielo.
Ella no se subió, esperando a su esposa y a Conann.
Conann.
Verlo en medio de un baño rojo, con los parpados fuertemente cerrados me puso en alerta. Estiré mi mano, tragando la sensación de malestar, solo quería tocarlo, solo necesitaba estirarme un poco más.
— Conann
Prada se dio cuenta de mis intenciones, bajó a Conann para que quedara a menos distancia que antes y así, yo no tuviera que hacer un esfuerzo, por fin alcancé su mejilla, fría y pálida, demasiado blanca, incolora.
Un mal presagio se removió en mi interior, explotando en fragmentos de llanto y desolación.
— ¡Conann! Conann. — pirqué su hombro, abrí sus párpados, me recibió una pupila sin vida, apagada y distante, se mantenía alejado, en un punto sin retorno, en el cual yo ya no podía alcanzarlo. Temblores se apoderaron de mis extremidades, escalofríos recorrieron las zonas calientes de mi cuerpo, bañadas por la tibieza del carmín infinito. — ¡Conann! ¡Conann!
— No está muerto. — suspiré al escuchar a Prada. — Pero fallecerá eventualmente, las garras le abrieron la parte trasera de la médula y el cráneo, no le queda mucho.
¡No!
No, no, no. ¡No!
— Conann. — envolví su mano, entrelazando sus dedos entre los míos, más pequeños, más suaves, más hábiles. — Conann despierta. ¡Conann!
— ¡Vis, vámonos de aquí! ¡Este lugar va a hacerse añicos! —gritó Shinoby, empujando a Valentine al interior, apenas a tiempo para evadir las garras de un monstruo que salió hecho pedazos con un tiro limpio de Imoan.
Conté los que estábamos.
Prada pegada a la puerta, curando mi tobillo roto, sus manos cálidas reajustaban el hueso, pero aunque dolía, ya no le prestaba importancia. Un hueso roto no era equivalente a un corazón pulverizado.
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Ibris
ActionNessa Miller lleva una vida normal, rodeada de gente amable, mientras pasa sus días en una de las áreas verdes, que forman parte de la estrategia internacional, la cual, ayudó a prevenir el desbalance completo y la extinción humana por el calentamie...